Eres una máquina de adaptarte. Esta cualidad, que tiene sus claras ventajas, puede hacer que dejes de disfrutar de los pequeños regalos de la vida. De esto trata la edición de hoy, de la adaptación hedónica, por qué sucede y cómo hacerle frente.
Hola, soy Sergio San Juan, un aprendiz de por vida.
Bienvenido a mi espacio personal donde cada viernes seguimos jugando al Aprendizaje Infinito.
La dopamina es el neurotransmisor de la acción. Obtienes recompensa, dopamina. Aprendes como se obtiene esa recompensa y el pico de dopamina pasa a producirse en la anticipación de la recompensa. El resultado pasa a un segundo plano, lo que nos mueve es la búsqueda. La dopamina alimenta esa búsqueda, convirtiéndose en el aliento para lograr nuestros objetivos.
La incertidumbre, el "puede ser", lleva a la dopamina a sus máximos. 50-50, la cumbre. La recompensa variable, el no conocer el resultado, el no saber lo que te encontrarás al otro lado del muro, aumenta la liberación de dopamina y te da las fuerzas para cruzarlo.
Somos monos con un plan con ciertas peculiaridades. En relación a la dopamina, dos diferencias frente al resto del reino animal: (1)Podemos retrasar la gratificación durante largos periodos de tiempo. (2)Inventamos placeres mucho más intensos que los ofrecidos por la naturaleza.
Sapolsky, el polímata del comportamiento, recoge los peligros de esta segunda peculiaridad:
"Hubo un tiempo en el que los cazadores-recolectores podían obtener miel si se topaban con una colmena y, de ese modo, satisfacían brevemente su profundo deseo de encontrar alimento. Y ahora tenemos cientos de alimentos comerciales diseñados cuidadosamente que aportan un estallido de sensaciones que ningún alimento natural puede igualar. Hubo un tiempo en el que teníamos vidas que, en medio de una considerable privación, también nos ofrecían numerosos placeres sutiles, difíciles de conseguir".
Su manual del comportamiento, también te muestra las consecuencias:
"Esto tiene dos consecuencias. Primero, pronto apenas nos damos cuenta de los susurros fugaces que producen las hojas en otoño, o de la mirada prolongada de la persona adecuada, o de la promesa de recompensa que vendrá después de una tarea difícil y meritoria. Y la otra consecuencia es que finalmente nos habituamos. Incluso a esas pequeñas avalanchas artificiales de intensidad. Si estuviéramos diseñados por ingenieros, cuanto más consumiéramos, menos tendríamos que desear. Pero nuestra tragedia humana más frecuente es que cuanto más consumimos, más hambrientos estamos. Queremos más, más rápido y más fuerte. Lo que ayer fue un placer inesperado, hoy lo sentimos como un derecho y mañana no será suficiente".
Te habitúas al placer artificial, volviéndote incapaz de disfrutar de los regalos de la vida. Adaptación hedónica. Tras la euforia inicial, das por hecho las cosas y vuelves a un nivel de felicidad similar al de antes. La emoción de comprar un nuevo libro se te olvida a los dos días. El nuevo coche deja de ser tan guay después de tres meses conduciéndolo. Te lo advirtió Sapolsky: “Lo que ayer fue un placer inesperado, hoy lo sientes como un derecho y mañana no será suficiente”. Cumplido el deseo, vuelves a tu punto de partida. Solo ha cambiado una cosa, aumentar tu bienestar es ahora más difícil.
Kahneman y Tversky, en su teoría prospectiva, te enseñan que tu bienestar depende del punto de referencia. 100€ adicionales no le sientan igual a un vagabundo que a Elon Musk. Ya no te sirve con un paseo por el bosque, necesitas la hiperestimulación de Twitter. No te basta con el Seat, te has acostumbrado al Audi.
El modelo, también incluye la aversión a las pérdidas. Para la mayoría, el miedo de perder es más intenso que la esperanza de ganar. El dolor producido por una pérdida supera al bienestar generado por una ganancia. Si cada vez estableces un punto de referencia mayor, la aversión a las pérdidas te hace cada vez más dependiente. Cada vez con más que perder.
¿Qué es lo peor que podría pasar? La pregunta que nos propone el estoicismo para hacer frente a la adaptación hedónica. Visualización negativa. Dejar de dar las cosas por hecho y ser más agradecido. Prepararte para perder lo que tienes, evitando la dependencia de los estímulos creados por tu propia especie.
Inventamos placeres pero también somos capaces de postergar la gratificación. Perteneces a una especie única, capaz de jugar a largo plazo. La dopamina barata, el demonio moderno, se está convirtiendo en el alimento de la sociedad actual. No caigas. Huye del placer barato. Lucha contra la adaptación hedónica.
Sergio -.
Gracias por leer Aprendizaje Infinito.
Si te ha gustado la edición de esta semana, no te olvides de darle al corazón y de compartirla por mail o redes sociales.
El viernes que viene, un nuevo turno en el juego del Aprendizaje Infinito.
¡Gracias por más gasolina para la carrera, Sergio! ;)
No puede ser más oportuno. Ayer intentaba explicarle a mi hija de 25 su excesiva dependencia de la dopamina en una charla familiar agradable. Esta mañana llega esto me temo que hoy seguiremos. Me ayuda mucho.