Cómo ser más sabio (III): resolver problemas con inteligencia práctica
Tercera parte del libro Sapienciología, de Sergio Parra
La sabiduría es la guía del aprendiz. En Sapienciología, Sergio Parra propone un viaje por esta fascinante cualidad a la que aspiramos quienes queremos una vida y un mundo mejor. Fue una de mis lecturas favoritas del año pasado y creo que las ideas que hay entre sus páginas merecen atención.
Esta es la tercera entrega de esta serie; sobre la inteligencia práctica necesaria para resolver problemas. Te recomiendo leer el libro en paralelo ya que durante toda la serie seguiré el orden propuesto por Sergio. Esta edición va de la página 74 a la 111.
Ser sabio pasa por:
Resolver problemas con inteligencia práctica
Aparentar mediante máscaras
Convivir pacíficamente en una sociedad diversa
Cultivar los rasgos y comportamientos del buen carácter
Cumplir con los deberes políticos
Desafiar lo establecido mediante la burla
Conectar el todo, superando la suma de las partes
Un mundo de información incompleta, dinámico y contraintuitivo
La vida es más parecida al póquer que al ajedrez. Te van dando cartas y tienes que jugarlas de la mejor forma posible. Nunca tendrás toda la información. Hay unas pocas reglas; salvo las físicas, puedes cambiarlas. La incertidumbre es una constante que más te vale abrazar. Decidir siempre va de probabilidad, nunca de certezas.
Necesitas espacio para improvisar y ser creativo. El exterior te lanza desafíos. Actúas sin tener toda la información, renunciando en el proceso a infinitas alternativas. La alternativa: no actuar, sería renunciar a infinitas y una alternativas. Lo más probable es que te equivoques. Aprendes del error para volver a intentarlo. Fluyes y te adaptas.
El mundo es dinámico y muchas veces contraintuitivo. Se nos da mal predecir el futuro. Nos sorprenden las consecuencias de las consecuencias. Un ejemplo es la paradoja de Jevons. Es fácil saltar a la conclusión de que al aumentar la eficiencia de uso de un recurso (utilizar menos para lo mismo), la cantidad usada de ese recurso disminuirá. Ocurre justo lo contrario. Conforme creamos tecnologías más eficientes (que consumen menos recursos), desbloqueamos nuevos usos que antes eran demasiado costosos como para pensar en ellos. Aumentamos la eficiencia en el uso de recursos y, con ello, su consumo.
Elige qué brocha utilizar
Me preguntaba un amigo después de leer la edición dedicada al libro Pensar en sistemas, que si la complejidad aplicaba a todo. Aquí mi respuesta:
«…creo que estamos rodeados de sistemas complejos (todo está conectado con todo) pero no merece la pena acercarse a todos los problemas como si fuesen sistemas complejos. Me explico con un ejemplo del artículo: para llenar la bañera no necesitas de la complejidad, aunque en cada átomo de hidrógeno y oxígeno se produzcan comportamientos complejos. El reto, en casi todo, es elegir el marco o el nivel de detalle que te ayude a resolver el problema (que casi nunca es tener en cuenta todos los detalles). Para llenar la bañera te basta con saber que hay un grifo por el que sale agua, que tienes que poner el tapón y que no tienes que dejar que el agua se salga.
En una frase: todo es complejo pero no a todo merece la pena acercarse desde la complejidad».
Sergio propone una idea similar con el ancho de las brochas:
«Muchos asuntos no pueden resolverse con una brocha gorda porque borras los matices. Tampoco puedes resolverlos con una brocha demasiado fina, con apenas una o dos cerdas, porque no ejerces un cambio significativo. Eso no significa que debas mantenerte en el centro, sino usar una u otra brocha en función de las circunstancias».
Lo importante para resolver problemas no es la inalcanzable verdad que contienen tus ideas, sino lo útiles que son para la situación particular que tienes enfrente. No se trata de elegir un término medio o una posición neutral, se trata de elegir el nivel de precisión y el marco más útil para resolver el problema que tienes enfrente.
A favor de los prejuicios
«Incluso cuando nos creemos inmersos en el análisis lógico, nuestras emociones colorean cada cálculo, como una tinta invisible que impregna el papel».
Si tuviéramos que analizar todos los detalles de todas las alternativas, moriríamos paralizados. Son los atajos previos al juicio los que nos empujan a la acción. Pueden estar equivocados pero son útiles. Son la brocha gorda que nos permite navegar la complejidad del mundo. Menos mal que los tenemos.
Contra la igualdad
«La verdadera naturaleza de cada ser humano escapa a cualquier intento de reducción».
Igualdad es una palabra buenista y manida que no sobrevive a un análisis atento. Tratar a todos es imposible e indeseable. Ni trato igual, ni quiero tratar igual a mi pareja que a un desconocido. Escribo estas líneas para diferenciarme de los demás y tú las lees por un motivo similar; no podemos escapar del estatus. Al tratar a todos por igual, desaparecen muchos de los incentivos para mejorar; quizás por eso todos los intentos de igualar terminan igualando por abajo.
Igualar las oportunidades económicas no elimina la desigualdad, sólo la desplaza a otro lugar. Aquel con mejores genes o mejor predispuesto a navegar el contexto social del momento aprovecharía lo que le diferencia de los demás para situarse por encima.
Por si fuera poco, ¿quién querría vivir en un mundo donde todos fuéramos iguales?
El peligro de las métricas
«Hemos fetichizado las métricas porque son claras y unívocas, cuando el mundo real raramente lo es».
El éxito superficial puede esconder un fracaso profundo. ¿Por qué mides eso? ¿Están alineados el corto y el largo plazo? No dejes que la métrica se convierta en el objetivo.
Cómo mejorar la educación
«La cultura, los valores transmitidos en el hogar, la estabilidad emocional y el entorno educativo temprano actúan como el sustrato fértil –o estéril– en el que germina el potencial de cada individuo. Ignorar estos factores es como pretender que un árbol dé buenos frutos sin atender a la calidad de su tierra».
La educación tiene un impacto más positivo y duradero cuando el esfuerzo intelectual se percibe como estimulante, se premia y se admira. Escribe Sergio: «No es la riqueza material, ni las reformas estructurales lo que garantiza el triunfo educativo, sino el valor simbólico que cada comunidad atribuye al estudio».
Aprender solo un oficio por el que recibir un salario es una educación de esclavos. La persona libre aprende conocimientos generales para resolver, o como mínimo aprender a resolver, los problemas que la vida le ponga en su camino. La persona libre aprende a aprender. Solo quien puede aprender por su cuenta es libre.
Sergio-.
Totalmente de acuerdo en esta idea:
La persona libre aprende conocimientos generales para resolver, o como mínimo aprender a resolver, los problemas que la vida le ponga en su camino. La persona libre aprende a aprender.
Gracias Sergio por compartir.
Sobre la paradoja de Jevons: acaso la IA no nos hará pensar más?