Cómo ser más sabio (VII): cumplir con los deberes políticos
Séptima parte del libro Sapienciología, de Sergio Parra
Somos animales sociales. Los deberes, las normas y los valores ordenan el caos y llenan de sentido nuestra vida.
La política es un conflicto de visiones que nos ciega. Los discursos políticos son cada vez más simples. Las instituciones políticas terminan perpetuando los problemas contra los que inicialmente luchaban. Una minoría siempre gobierna, aunque cambiemos de minoría y de mecanismos para elegirla. La democracia moderna parece incuestionable, aunque es una forma reciente de organizarnos. La perfección es un peligro para la acción política. El estatus es un juego inescapable sobre el que las medidas políticas tienen muy poca influencia.
Exploraremos todas estas ideas en esta séptima edición de la serie Cómo ser más sabios. Esta serie está basada en el libro Sapienciología, de Sergio Parra. En ella exploramos las diferentes dimensiones de la cualidad que aglutina todas las características y acciones deseables en una persona; la cualidad que llamamos sabiduría. En esta séptima edición, cumplir con los deberes políticos.
9 accionables de la sabiduría. Navega por las ediciones ya disponibles haciendo clic.
Cumplir con los deberes políticos
Desafiar lo establecido mediante la burla
Conectar el todo, superando la suma de las partes
Cegados por el conflicto
«La política puede hacer que las personas más lúcidas sean ciegas a las verdades más simples». — Coleman Hughes
«El ciudadano medio desciende a un nivel inferior en capacidad intelectual en cuanto entra en el terreno político». — Joseph Schumpeter
En el intento de construir argumentos persuasivos para convencer a los demás nos acabamos convenciendo a nosotros mismos, interiorizando nuestra propia propaganda. Tendemos a creernos a salvo. Nosotros somos pensadores críticos y Ellos son víctimas de la ideología.
«Nuestro discurso político es disfuncional porque miramos al mundo a través de lentes que nuestros oponentes políticos no comparten».
El economista Thomas Sowell compara el terreno político con un conflicto de visiones. Hay quienes piensan que el ser humano es una criatura imperfecta y tenemos que construir instituciones políticas para gestionar nuestros fallos. Hay quienes creen que el ser humano se puede librar de las cadenas por medio de la razón y la voluntad, rediseñando bajo su guía la sociedad y corrigiendo las injusticias. El objetivo es el mismo: un mundo mejor. Los medios son diferentes: evolucionar poco a poco o intervenir de forma radical.
El también economista Arnold Kling plantea tres visiones. Bajo la primera, la de los izquierdistas, el mundo es una batalla constante entre víctimas y opresores. Bajo la segunda, la de los conservadores, es una batalla entre civilización y barbarie. Bajo la tercera, la de los libertarios, es una batalla entre libertad y coacción.
¿Por qué los discursos políticos son simples?
La simplificación del discurso político es una consecuencia de la democracia. Las ideas del gobernante tienen que ser simples y accesibles. No puedes mandar mensajes elaborados a un público amplio y diverso; no si quieres que te voten.
A la hora de elegir qué problemas y desigualdades incluir en su discurso, el político elegirá las que consigan más votos, no las más importantes.
La decadencia de los medios de comunicación
Los medios de comunicación juegan un rol importante en la política. 5 son las fases que atraviesan. (1) Nacen. (2) Crecen hasta ser asimilados por la mayoría. (3) Empiezan a dar frutos. (4) Se mercantilizan, distorsionando el propósito inicial del medio. (5) Entran en una espiral de decadencia: «lo que alguna vez fue una fuente de inspiración o información valiosa se convierte en un simple generador de atención, reducido a fórmulas comerciales y contenido superficial. La credibilidad se mantiene a duras penas, lo justo para seguir atrayendo anunciantes». Ocurre con los antiguos medios como los periódicos y radios. Y ocurre también con los nuevos como los podcast y las newsletters. La publicidad empeora la experiencia del usuario e inunda los medios con incentivos que condicionan la (des)información.
Los problemas de las instituciones políticas
El principio de Shirky sugiere que una solución compleja, como una institución, se enfoca tanto en el problema para el que es la solución que normalmente (sin darse cuenta en el mejor de los casos) acaba perpetuando el problema. ¿Por qué? Porque si el problema se soluciona ya no hay motivos para que siga existiendo la institución.
Ejemplo: Al Ministerio de Igualdad le interesa presentar una sociedad cada vez más desigual, aunque estuviéramos avanzando en la dirección contraria.
Gobernados por una minoría
«La historia parece sugerir que el gobierno por una minoría no es solo una consecuencia, sino una necesidad, tan inevitable como la concentración de la riqueza».
La mayoría no se puede organizar para gobernar. Incapaces de sostener el poder, a lo máximo que podemos aspirar es a cambiar la minoría que nos gobierna. A todos nos gustaría que esos pocos fueran los mejores pero, ¿los mejores en qué? Ponernos de acuerdo entre tantas cosmovisiones diferentes es todo un reto. Quizás deberíamos dejar de buscar al gobernante ideal y centrarnos en evitar que demasiado poder resida durante demasiado tiempo en los mismos.
Cuestionando la democracia
«Las democracias modernas son una idea completamente nueva, que actualmente se encuentra en fase de pruebas». – Tim Urban
Pocos cuestionan la democracia. Es una de esas ideas extendidas que necesitan mejores críticas. Muchos son los que prefieren sus cadenas a la incertidumbre de la libertad. Se puede criticar la democracia como forma de organizarnos políticamente.
La democracia directa sólo es viable en comunidades pequeñas como los cantones suizos, donde los peligros de la irresponsabilidad y el anonimato son mínimos. Gracias a la nueva tecnología, en países grandes podría implementarse un sistema parecido a escala. Los ciudadanos asumirían un rol mucho más activo en la política y no se limitarían a elegir un representante cada 4 años.
En términos prácticos, la democracia es la dictadura del 51%. La mayoría absoluta de un partido es una tiranía temporal respaldada por procedimientos constitucionales y legales.
La peligrosa búsqueda de la perfección
«La aspiración de controlar cada variable de una sociedad recuerda al deseo ingenuo de alcanzar la paz mundial: hermoso en teoría, pero profundamente esquivo en la práctica».
La pregunta no es cómo evitar el caos sino cómo tolerarlo mientras avanzamos hacia delante. La solución no es corregir cada imperfección sino aprender a convivir con ellas.
La falacia del Nirvana es un concepto interesante que captura el peligro de buscar la perfección. Comparamos la situación con un ideal y siempre salimos mal parados. No deberíamos olvidar que los humanos y nuestras soluciones son imperfectas. Si para implementar un cambio o propuesta política exigimos que nos lleve a la utópica perfección, no avanzaremos mediante mejoras modestas pero alcanzables.
Igualdad en el inescapable juego del estatus
La promesa política de la igualdad es irrealizable. El estatus, cuya importancia ignoran los que ya poseen niveles aceptables, no puede redistribuirse. Cuanto más se busca más difícil es obtenerlo. Quien lo persigue de forma demasiado obvia termina con un estatus bajo.
La clase baja de hoy tiene acceso a bienes con los que soñaban los reyes del pasado. Pero la sensación de privación sigue entre nosotros porque el estatus es un juego de comparaciones. Poco pueden hacer los políticos para intervenir o redistribuir el estatus de la población. Pagando con dinero de todos sus creencias de lujo, sólo aumentan su propio estatus y el de sus compañeros de partido.
Cumplir los deberes políticos es complicado porque no tenemos ni claro cuáles son esos deberes. Un buen punto de partida es: (1) ser conscientes de nuestra ceguera en el conflicto de visiones políticas; (2) reconocer las limitaciones de los diferentes sistemas políticos, incluida la democracia; y (3) no olvidar que la minoría que gobierna no siempre tiene los mismos incentivos que la mayoría gobernada. Parte de nuestros deberes políticos es evitar que los gobernantes abusen de su poder.
Sergio-.
P.D. Los que han pensado mucho y muy bien sobre los deberes políticos son los clásicos. Para profundizar, los miembros tenéis acceso a las ideas de Cicerón sobre los deberes y a la trilogía alrededor de las ideas de La República de Platón: sobre la justicia, sobre el gobierno ideal y (el domingo que viene) sobre la educación del filósofo-rey. Sube tu nivel de aprendizaje para desbloquear estas ideas.
Muy bueno Sergio, como siempre. Yo creo que muchas veces se nos llega a olvidar que la democracia también necesita vigilancia. No para derribarla, más bien para evitar que se fosilice en una caricatura de lo que prometía ser. Y la crítica no es amenaza, es parte del deber.