Vivimos en una realidad inabarcable. Las posibilidades, si no infinitas, exceden por mucho nuestras cuatro mil semanas. Dostoyevski pone en palabras de Iván Karamazov uno de los grandes problemas del ser humano: “Te digo que no existe para el hombre preocupación más atormentada que la de encontrar a quien hacer ofrenda, cuanto antes, del don de libertad con que este desgraciado ser nace”. La libertad nos queda grande.
Antúnez en Suma Positiva reflexionaba sobre la necesidad milenaria de creer en algo y cómo las empresas parecen ocupar esa vacante en el siglo XXI. El pesimismo abunda. La religión, para la mayoría, ya no parece dar respuestas. Las marcas dan pasos firmes para llenar el vacío: nos definimos en base a ellas, confiamos mas en ellas que en los gobiernos y cada vez compramos más en base a nuestras creencias.
Cubierta la supervivencia, aparece el tiempo para pensar. No sé si las empresas son la respuesta que ando buscando pero resuena en mi el mensaje: “Cree en algo. Cualquier cosa. Tú no eres suficiente”. Tacho el “Cualquier cosa” porque lo considero peligroso. Intuyo que tener una dirección clara, o tener la ilusión de que la tienes, mejora tu vida. Creo que hay que creer en algo; no creo que sirva cualquier cosa.
¿Cuál es el sentido de la vida? Releo la pregunta y me asalta la duda: ¿nos estaremos haciendo la pregunta adecuada? Maestros en dar sentido al caos, buscamos la explicación. Me surge otra incógnita: ¿se puede explicar todo? Demasiadas preguntas. Toca (intentar) buscar algunas respuestas.
La fe de Abraham
Kierkegaard en Temor y Temblor trata de entender la profunda fe de Abraham. Dios le pide a su fiel creyente sacrificar lo más preciado de su vida: “Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moriah, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré”.
Prueba aceptada. Abraham sube con su hijo al monte, erige un santuario, prepara la leña y ata a Isaac al altar. Todo está dispuesto. Sin dudarlo, Abraham agarra el cuchillo dispuesto a degollar a su propio hijo. Un ángel le detiene, señalando un recién aparecido carnero. La fe, “lo más grande que se puede poseer” en palabras del filósofo danés, ha salvado a Isaac.
En el mundo del espíritu es válido el proverbio de que sólo quien trabaja come; sólo quien conoció angustias reposa; sólo quien desciende a los infiernos salva a la persona amada, y sólo quien empuña el cuchillo conserva a Isaac.
El ejemplo extremo captura la idea. Tus acciones hacen tanto ruido que no puedo oír lo que dices. Cómo te comportas es lo que perdura, las palabras se las lleva el viento. Abraham, capaz de soportar la angustia del desconocido resultado, actúa según su ideal. Abraham cree y está dispuesto a obrar en virtud de lo absurdo. El sacrificio es la prueba y el creyente está dispuesto a superarla.
La invitación de Nike
Nike, la marca del héroe, te invita a aspirar a ser como Abraham. “Believe in something, even if it means sacrificing everything”. Elige algo por lo que estés dispuesto a sacrificarlo todo. Decide tu batalla.
El mensaje de Nike es especialmente necesario en un momento donde se critica al que intenta cambiar las cosas. Aspira alto y te llamarán loco. Las personas que ya han tirado la toalla, te dirán que hagas lo mismo. No asumen riesgos y critican desde el sofa cuando explota el cohete. No dejes que su pesimismo te contagie. Ellos no lo han logrado, quizás nadie hasta el momento ha sido capaz: no implica que sea imposible. Creer que no puedes es perder la batalla sin haberla luchado. Si quieres cambiar las cosas, cree; especialmente cuando los resultados no acompañen.
Los almendros
Envidio a todo aquel que tiene fe ciega en lo que hace. Yo sigo en un mar de dudas, incapaz de dar el salto de fe. Encuentro reflejado el conflicto en Los almendros, de Albert Camus.
“Sabemos que vivimos en la contradicción, pero que debemos rechazar la contradicción y hacer cuanto sea necesario para disminuirla. Nuestra tarea de hombres es la de encontrar las escasas fórmulas que puedan apaciguar la angustia infinita de las almas libres. Tenemos que remendar lo que se ha desgarrado, hacer que la justicia sea imaginable en un mundo tan evidentemente injusto, que la felicidad tenga algún sentido para los pueblos envenenados por la desdicha del siglo. Naturalmente es una tarea sobrehumana. Pero se llama sobrehumanas a las tareas que los hombres tardan mucho tiempo en llevar a cabo: eso es todo”.
Camus sigue escribiendo:
“Cuando vivía en Argel, esperaba siempre pacientemente durante el invierno, porque sabía que en una noche, en una sola noche fría y pura de febrero, los almendros del valle des Consuls se cubrirían de flores blancas. Después me maravillaba al ver cómo esa nieve frágil resistía todas las lluvias y el viento del mar. Sin embargo, todos los años resistía lo suficiente para preparar el fruto.
No es un símbolo. No ganaremos nuestra felicidad a fuerza de símbolos. Hace falta algo más serio. Quiero decir tan sólo que, a veces, cuando el peso de la vida se vuelve excesivo en esta Europa todavía colmada de su propia desdicha, me vuelvo hacia esos países restallantes donde quedan aún tantas fuerzas intactas. Los conozco demasiado como para no saber que son la tierra elegida donde la contemplación y el valor pueden equilibrarse. Meditar acerca de su ejemplo me enseña que si se quiere salvar la inteligencia, es necesario ignorar sus dotes para la queja y exaltar su fuerza y su prestigio. Este mundo está envenenado de desdichas y parece complacerse en ellas. Está entregado por completo a ese mal que Nietzsche llamaba espíritu de torpeza. No le tendamos la mano. Es inútil llorar sobre el espíritu, basta con trabajar por él.
Pero, ¿dónde están las virtudes conquistadoras del espíritu? El propio Nietzsche las ha enumerado como enemigos mortales del espíritu de torpeza. Según él son la fuerza de carácter, el gusto, el "mundo", la felicidad clásica, el duro orgullo, la fría frugalidad del sabio.
Tales virtudes son necesarias más que nunca y cada cual puede elegir la que le convenga. Ante la enorme magnitud de la partida en juego, que no se olvide en todo caso la fuerza de carácter. No hablo de esa a la que en las tribunas electorales acompañan los fruncimientos de cejas y las amenazas. Sino de la que resiste todos los vientos del mar en virtud de la blancura y de la savia. Esa es la que, en el invierno del mundo, preparará el fruto”.
¿Pulsarás el botón?
Los libros de autoayuda simplifican el mundo y te venden la solución mágica. Como la religión, son aspirantes a llenar el hueco de las creencias. Su respuesta no es verdad, pero es útil.
Con la llegada de la inteligencia artificial podemos reducir el esfuerzo y el sufrimiento de algunas de las tareas que pensábamos únicas en nuestra especie. Lanzas la pregunta y recibes inmediatamente la respuesta. El camino se acorta. Pronto podrás presionar el botón y llegar a la cima. ¿Es eso lo que quieres?
Kurt Vonnegut, 6 meses antes de morir, regala su consejo a los jóvenes estudiantes de la Xavier High School en Nueva York:
"Practica cualquier arte, música, canto, baile, actuación, dibujo, pintura, escultura, poesía, ficción, ensayo, reportaje, no importa lo bien o mal que lo hagas, no para conseguir dinero y fama, sino para experimentar el llegar a ser, para descubrir lo que llevas dentro, para hacer crecer tu alma".
Durante la carta el escritor estadounidense invita a los alumnos a escribir un poema de seis líneas que rime, temática libre. Hoy puedes pedirle la tarea a ChatGPT-4 y te estarías perdiendo lo más importante. Tras acabar el poema, Vonnegut recomIenda romperlo en pedazos, sin decírselo a nadie. “Descubrirás que ya has sido gloriosamente recompensado por tu poema”. Es el propio proceso de escribir, el hecho de que sea difícil, lo que le ha dado sentido.
Llego al final con más preguntas que respuestas. Después de más de un año escribiendo cada semana, intuyo mi fe: creo firmemente que aprender es un camino sin fin que transforma el mundo. Descubrir nuevas ideas y compartirlas, además de un afán egoísta por conocer a personas curiosas como yo y poner a prueba mis ideas, trasciende a mi persona. Yo no soy suficiente. Las miles de personas leyendo estas líneas cada semana, además de sorprenderme, me hacen sentir que aporto mi granito.
Encuentro sentido en Aprendizaje Infinito. Por eso me comprometo cada semana. Aunque implique sacrificarlo todo.
Sergio-.
P.d.1: esta reflexión ha surgido a raíz del artículo de Antúnez en Suma Positiva. Te invito de nuevo a que lo leas.
P.d.2: Este es un tema precioso sobre el que discrepar y llevarse la contraria. Tienes los comentarios abiertos o puedes responderme directamente a este correo.
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Oh, Sergio. Es increíble. Cada correo que envías conecta directamente con alguna de mis líneas de pensamiento recurrentes. Llevo tiempo pensando en este vacío existencial en el que vivimos. Muy de acuerdo contigo, las religiones (o más bien, la católica) con sus mejores o peores respuestas han perdido terreno frente al ruido generalizado. Y esto no nos hace más felices, no. Todo lo contrario. Alcanzamos récord de suicidio en chicos preadolescentes. Las empresas rellenan el vacío de identidad vendiendo una cultura y un propósito a cambio de vida y alma del empleado. Y después desechan vida, alma y esclavo ante una bajada de beneficios. La mayor de la parte de la gente necesita grandes verdades en las que creer a ciegas y a las que serles fieles, como Abraham. El mundo es más sencillo así. Es muy difícil crear tu propia verdad y tu propio propósito.
Gracias por compartir tu conocimiento, Sergio. Abres para mí nuevos horizontes y vías de exploración.
Que bien escribes Sergio!