«Es difícil hacer que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda». — Upton Sinclair
La recomendación del inversor-filósofo Naval Ravikant para ser más inteligente es dedicar 10 minutos de tu tiempo a absorber Crony Beliefs, de Kevin Simler. En esta edición de Aprendizaje Infinito comparto contigo lo que he aprendido de este artículo.
Teorías de la conspiración, astrología, el poder curativo de los cristales, aliens que construyeron las pirámides... Muchas personas creen en tonterías como estas. La respuesta fácil es creer que la cabeza de estos «locos» —por llamarlos de alguna forma— está mal hecha, que alguien les ha lavado el cerebro y que necesitaban la comodidad que ofrece la respuesta simple, precisa y completamente equivocada. Esta explicación es bastante estúpida. Esos «locos» son personas con un funcionamiento cognitivo bastante similar al tuyo, y las tonterías en las que creen son bastante parecidas a algunos de tus pensamientos.
Piensa en tus creencias como empleados que tu cerebro ha contratado. Un empleado tiene que ser útil a la empresa. Una creencia es útil cuando contiene información precisa del mundo. Esta información (por ejemplo, saber donde están los depredadores) nos permite actuar mejor (evitar a los depredadores) para conseguir nuestros objetivos (sobrevivir y perpetuar los genes). Cuando una creencia te ofrece un modelo incorrecto del mundo que te aleja de tus objetivos, la despides, ¿no?
Los empleados de una empresa no son útiles sólo por su trabajo. En el mundo de los negocios existen reglas no escritas, como la predisposición a contratar a amigos y familiares. Un familiar de algún político influyente, a pesar de ser un nefasto trabajador, puede seguir siendo útil a la empresa porque ayuda a cerrar ciertos contratos con la administración pública. La empresa está siguiendo dos caminos a la hora de contratar: (1) la meritocracia: contratar trabajadores cualificados que cumplan los estándares de la empresa, y (2) el clientelismo: contratar a trabajadores que abren ciertas puertas, estén o no cualificados para realizar el trabajo. La misma división se puede aplicar a las creencias. Ambos tipos de creencias contribuyen a nuestros objetivos, aunque lo hacen de forma diferente: las meritocráticas con modelos funcionales para actuar y las clientelares con apariencias adecuadas para socializar.
El profesor e investigador Robin Hanson plantea que nuestras creencias son como la ropa. Esta otra analogía puede ayudarte a entender las implicaciones de que tus creencias funcionen como empleados:
«La ropa es tanto "funcional" como "social". Desde el punto de vista funcional, la ropa nos mantiene calientes, frescos y secos, nos protege de lesiones, mantiene la intimidad y nos ayuda a transportar cosas. Pero como suelen ser visibles para los demás, la ropa también nos permite identificarnos con diversos grupos, demostrar nuestra independencia y creatividad y señalar nuestra riqueza, profesión y estatus social. Cuanto más suave es el entorno, más esperamos que el papel social de la ropa domine su papel funcional. (Por supuesto, los papeles sociales también son "funciones" en cierto sentido; por "funcional" me refiero a servir a funciones individuales/personales).
Las creencias también son funcionales y sociales. Funcionalmente, las creencias nos informan cuando elegimos nuestras acciones, dadas nuestras preferencias. Pero muchas de nuestras creencias también son sociales, en el sentido de que los demás ven nuestras creencias y reaccionan ante ellas. Así que las creencias también nos permiten identificarnos con grupos, demostrar nuestra independencia y creatividad y señalar nuestra riqueza, profesión y estatus social».
Las creencias no sólo sirven para describir el mundo de forma precisa, también sirven para integrarnos o diferenciarnos, para demostrar lealtad a ciertas personas y partidos, para presumir, para influir en las creencias de los demás o para elevar nuestro puesto en la jerarquía moral y social. La política es la asesina del pensamiento crítico porque, cuando las recompensas sociales entran por la ventana, la verdad sale por la puerta.
No es tan sencillo como creer en esta idea para demostrar lealtad a Nosotros y en esta otra para diferenciarte de Ellos. No. Todos los incentivos están interrelacionados. Crees por múltiples motivos, la mayoría de veces desconocidos incluso para ti mismo. El punto del artículo es que la mayoría de las creencias erróneas son features, no bugs. Lo que parece irracional tiene sus razones en los incentivos sociales.
Tan importante es conocer el mapa como sus límites. Que una creencia sea meritocrática no implica que sea cierta, y que una creencia sea clientelar no implica que sea falsa. Que una creencia sea científica tampoco implica que sea meritocrática, y que una creencia no sea científica no implica que sea clientelar. La mayoría creemos en ideas «científicas» no porque entendamos los estudios y los mecanismos de la ciencia en profundidad, sino porque son las ideas que la sociedad ha acordado como ciertas. La mayor parte del tiempo no solemos tener motivos demasiado meritocráticos.
Cómo identificar creencias clientelares
Como la falsa coralillo (derecha) imita a la coral (izquierda), la creencia clientelar imita a la creencia meritocrática. Es importante conocer las señales para distinguirlas. La principal diferencia es que protegemos las creencias clientelares de la crítica. En cambio, cuando estamos equivocados con una creencia meritocrática, estamos encantados de que nos corrijan. Se entiende mejor con un ejemplo. Si alguien te dice que el partido de España es hoy a las 18:00 y tu pensabas que era a las 19:00, no te enfadas porque te hayan corregido sino que agradeces que no te vayas a perder la primera parte. En cambio, si alguien intenta corregir alguna de tus ideas clientelares, seguro que no se lo agradeces tanto.
Las creencias clientelares suelen habitar los terrenos de la política, la religión, la ética y la identidad (tanto la personal como la de grupo); y suelen ir acompañadas de fuertes emociones: orgullo cuando las exhibimos, rabia cuando las critican y angustia cuando toca cambiarlas.
Además de la protección frente a la crítica y las fuertes emociones, Silmer comparte otras cinco señales para diferenciar las creencias clientelares de las meritocráticas. (1) Las creencias clientelares son abstractas e impracticables y no producen ningún impacto en tu vida. (2) Las creencias clientelares suelen recibir el beneficio de la duda, llegando al extremo de la fe ciega. (3) Sentimos una profunda necesidad de hablar de nuestras creencias clientelares para que el resto las conozca, como si fueran un pin. (4) Sobreconfiamos en las creencias clientelares para protegerlas de la meritocracia. (5) No estamos dispuestos a apostar por las creencias clientelares. En el fondo, una parte de nosotros sabe que no son ciertas.
Cómo combatir las creencias clientelares
Desarrollando pensamiento crítico, estudiando los principios racionales, la —larga— lista de sesgos y falacias, y métodos para evitar el (auto)engaño. El problema de este enfoque es que ataca el síntoma (la irracionalidad del individuo) sin solucionar la raíz (los incentivos sociales).
Las respuestas individuales son un buen punto de partida, pero sin un entorno adecuado, pierden su eficacia. Si las personas que nos rodean premian las creencias clientelares, pensar de forma crítica no será sostenible en el tiempo. Entonces, ¿cuál es la solución para creer de forma meritocrática? La solución para creer de forma meritocrática es que las personas que nos rodean juzguen las creencias por su precisión. Por tanto, no se trata sólo de aprender pensamiento crítico como individuos, sino de aprenderlo como sociedad.
Sergio-.
Sigue aprendiendo
«nuestros cerebros son órganos increíblemente poderosos, pero a su arquitectura nativa no le importan los ideales elevados como la Verdad. Están diseñados para trabajar incansable y eficientemente —aunque a veces de forma sutil y contraintuitiva— en nuestro propio interés». — Kevin Silmer
En la edición de este domingo (exclusiva para miembros) conocerás los pensamientos de Friedrich Nietzsche sobre la verdad. La frase de Silmer te da una pista de por donde van los tiros. Después de leer —o escuchar— esta edición no volverás a pensar igual.
Si no puedes esperar hasta el domingo, en La Membresía encontrarás filtradas, ideas de las grandes mentes actuales y pasadas. Relacionado con las creencias clientelares:
Simler habla de "creencias funcionales y creencias sociales". En la misma línea Kurzban y Christner hablan de las creencias como "dispositivos de compromiso con el grupo" o D. Williams habla de "creencias socialmente adaptativas". Todos vienen a confluir en una idea semejante a la que nos traes: que la gente es aceptada o rechazada en base a sus creencias, por lo que una función de la mente puede ser sostener creencias que procuren al que las sostiene el mayor número de aliados, protectores y discípulos, más que creencias que sean verdaderas (S. Pinker). Al final lo que sucede es que a la selección natural que criba las creencias meritocráticas, se le añade la selección sexual, la que permite que el pavo ostente su aparatosa y vistosa cola, y que permite que sobrevivan las creencias clientelares. Es parte esencial del contenido de la asignatura de pensamiento crítico que hemos comentado alguna vez. Gracias por traer esta referencia.
Gracias. Es un tema complejo.
El tema de desarrollar un pensamiento crítico y lidiar con las creencias clientelares propias, ya es un desafío muy grande. Ahora intentar convivir con las creencias clientelares de los demás, es aún más complejo. Dentro de este boletín, tocas el tema de que las creencias clientelares para la mayoría de las personas son meterse con su ego. Es lo que los define como personas y no debería ser así.
Al final, desde mi punto de vista, es que las personas que aprenden a desarrollar un pensamiento crítico, es necesario aprender a usar las creencias clientelares a su favor para seguir a delante y sobrevivir con los demás, porque ningún ser humano puede solo en esta vida.