En 1995, McArthur Wheeler entró en dos bancos de Pittsburgh y los atracó a plena luz del día. No te creas tú que el tío se tapó mucho. El zumo de limón, que puede ser usado como tinta invisible, fue su único “disfraz”. Wheeler dedujo que si se echaba el zumo por la cara, él mismo se volvería invisible.
El ladrón que se creía invisible, ni 24 horas tardó en ser pillado. Cuando fue detenido, le mostraron las grabaciones en las que se veía claramente su cara. El ladrón, que seguía sin creérselo, dijo: “Pero si yo llevaba el zumo”.
Con esta divertida historia, los psicólogos David Dunning y Justin Krugger comienzan el estudio que trata de explicar el mal juez que somos al evaluar nuestras propias capacidades. Este estudio y sus conclusiones, agrupadas bajo el nombre del efecto Dunning-Kruger, han inspirado la edición de esta semana.
Hola, soy Sergio San Juan, un aprendiz de por vida.
Bienvenido a mi espacio personal, donde cada viernes seguimos jugando al Aprendizaje Infinito.
Ignorante, aprendiz y experto
El ignorante, ni tiene conocimiento, ni sabe que carece de él. El ignorante cae en la estupidez y, desde su monte, sobreestima sus capacidades, sintiéndose capaz de opinar de cualquier tema. El ignorante desconoce, hasta el punto de ser incapaz de detectar su propio desconocimiento. El ignorante cae en su propia maldición: ignorar su propia ignorancia. Las habilidades que necesita para darse cuenta de su incompetencia, son las mismas que le volverían competente. El ignorante, lleno de desconocimiento y convicción, se vuelve arrogante.
- Si crees que sabes todo, arrogante ignorante, no tendrás nada que aprender.
El aprendiz, consciente de que le falta mucho por aprender, empieza su camino. El aprendiz, consciente también de su propia ignorancia, abandona la arrogancia para abrazar la humildad. El aprendiz no nace sabiendo, tiene una larga travesía en la que deberá superar el peligro.
- Un poco de conocimiento es peligroso, humilde aprendiz, caerás en la trampa de la ignorancia.
Cuando sabe bastante de un tema, el aprendiz se convierte en experto. El experto ha practicado tantas veces que normaliza su conocimiento. Sus capacidades se han vuelto inconscientes. Sobre lo que desconoce, en cambio, es muy consciente, lo que le lleva a infravalorar sus capacidades. El nombre chic: el síndrome del impostor.
- Es fácil que te infravalorares, desconfiado experto, sabes que aún te queda mucho por conocer.
Tim Urban, en uno de sus artículos, regala esta genialidad de dibujo que representa a las mil maravillas el efecto Dunning-Kruger.
Algo parecido al efecto Dunning-Krugger ya fue enunciado por el filósofo Bertrand Russell: "El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas". También consciente del problema, años antes, Darwin escribió: "La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento". Si seguimos remontándonos hasta la gloriosa Grecia, Sócrates, en escritos de Platón, fue ejemplo en vida de este fenómeno psicológico. El tábano, apodado así por la incomodidad de sus preguntas, fue llamado por el Oráculo de Delfos el hombre más sabio de Atenas. ¿El motivo? Era el más consciente de su propia ignorancia.
Pensamientos en voz alta
La arrogancia, presente en el ignorante, es la enemiga del aprendizaje; la humildad, presente en el aprendiz, su aliada. El peligro está en conocer tan poco que seas incapaz de ver todo lo que desconoces. Nadie quiere creer que está metido en esta trampa. ¿Cómo evitarla? Sivers nos propone asumir que estás por debajo de la media.
Estoy lleno de contradicciones. La confianza en mí mismo (en exceso arrogancia) y la humildad, conviven en mi interior. Ni un extremo: exceso de humildad que deriva en falta de confianza en mis capacidades; ni el otro: creer que sabes todo, entrando de cabeza en la trampa de la ignorancia. Abrazo el gris: confiar sin caer en la arrogancia. Al menos, eso es lo que me gustaría pensar. Lo más probable es que al evaluar mis capacidades, en algunos campos me sobrevalore, por ignorancia, y en otros me infravalore, por conocer todo lo que me queda por saber.
El sabio es el eterno aprendiz. Un ideal al que aspirar. La montaña de crecimiento que plantea Urban, no tiene fin. El mar de conocimiento es infinito. Tu vida limitada. Un incentivo más para elegir mejor a que dirigir tu limitada atención. Asumida la derrota (¡no puedes saberlo todo!), solo queda intentarlo.
Sergio -.
Gracias por leer Aprendizaje Infinito.
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Cada viernes, un nuevo turno en el juego del Aprendizaje Infinito.
Todo llevamos un aprendiz arrogante y un experto que se infravalora dentro! Es absolutamente normal y estaría genial que nos dijesen cuando nos pasamos de arrogantes ;)