Engañado por el orden
El autoengaño nos hace operativos. Creemos ser coherentes y lo que hacemos es, a posteriori, quedarnos con los datos pasados que concuerdan con el presente. Unes los puntos, sí, pero unes los que te dan la gana. Olvidas con facilidad ese compromiso que no llegaste a cumplir. No importa. El orden y la coherencia, aunque sean ficticias, te dan tranquilidad. No es sano vivir en un caos constante.
"En la vida las cosas no están ordenadas, no tienen un sentido ni esconden una metáfora o una moraleja; más bien todo sucede a la vez, pasando como un montón de agua sucia y caótica. Lo que hacemos cuando contamos historias es coger toda esa agua y ordenarla un poco, darle forma, proporcionarle una estructura: colocarle diques, presas, construir canales para poder leerlas y sentirnos algo más tranquilos pensando que todo tiene un sentido." - Irene Solá
Engañado, mejor en grupo
Tu susceptibilidad al engaño se dispara en compañía. El grupo refuerza tu convicción. Estupidez o brillantez argumental, a tu tribu le da igual. Los de tu bando creen que es un argumento de peso; los del contrario, creen que es una justificación. No preguntes ni dudes. Quien siembra la duda es expulsado del grupo. El grupo quiere tranquilidad, no ser cuestionado.
La intuición, viciada para bien o para mal de las experiencias pasadas, decide a qué argumentos dar una oportunidad. Otros, sin detenerse un segundo, los rechaza. Los prejuicios tienen todo el sentido del mundo. Tu tiempo es escaso y la información ahí fuera crece de forma exponencial. O tienes una forma de filtrarla (¡tus prejuicios!) o morirás ahogado entre tanto ruido.
La razón viene después, a reforzar la intuición. Racionalizamos más que razonamos. Si construyes tu identidad alrededor de la razón, la frase anterior te parecerá una estupidez. Incluso podría llegar a enfadarte. Si te convenció Kahneman cuando le leíste, te parecerá una idea brillante. No te culpes. Todos estamos en el mismo barco: en busca de orden y coherencia. ¿El autoengaño? Creerte imparcial.
Otro especial más
Eres especial, otra mentira que te cuentas. Como no puedes entrar en la cabeza de otras personas, piensas que lo que ocurre dentro de la tuya es único. Te crees el más listo. Mi intuición me dice que somos más parecidos de lo que creemos. Obsérvate con distancia y te darás cuenta que no eres tan diferente al resto. La mayoría no puede ser mejor que la mayoría. Sobreestimas tus capacidades o infraestimas las de los demás. La estadística juega en tu contra. Lo especial es escaso. Si todo el mundo es especial, nada lo es. Lo especial nunca será la norma.
No te engañes a ti mismo
“El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo y eres la persona más fácil de engañar”. - Richard P. Feynman
El ideal al que aspirar. Feynman nos lo advierte: “eres la persona más fácil de engañar”. Escribir por anticipado para que la memoria no te juegue malas pasadas, un ejercicio útil para mantenerte a ralla. Aunque también escribes para ordenar. Hazlo consciente de que podría no existir orden. Escribe para sacar a relucir todas tus dudas. En el proceso, te veras a ti mismo dando saltos de fe. Quieres conectar ideas, saltar a conclusiones y dar orden. Posiblemente la mayoría de veces, de forma equivocada.
Sin olvidar el ideal, confórmate con un engaño que te permita ser operativo. No damos para mucho más. Vivimos de las historias que nos contamos. ¡Otra vez!, orden donde no lo hay. Analiza lo que te cuentas con detenimiento para descubrir tu ignorancia. Aprende a vivir en el desorden.
Sergio-.