El libro Morir con Cero esconde una valiosa idea: la hormiga, admirada por valores como el trabajo duro y el ahorro, se pierde la diversión de la cigarra. Las finanzas personales, como la vida, son una cuestión de equilibrio. Te dicen que hay que ahorrar más pero nadie te dice para que. ¿Ser el más rico del cementerio? No tengo muy claro que ese sea el objetivo. Morir con Cero es un contrapeso al peligro de postergar la vida para demasiado tarde. Claro que es importante ganar dinero, pero también hay que saber disfrutarlo. Hay momentos de ser hormiga, y hay momentos de ser cigarra.
El peligro de intentar optimizar una sola variable es que olvidas el resto. ¿De qué te sirve ganar más dinero sin salud? ¿A qué estás renunciando por ganar más? No todos los beneficios en la vida son económicos. Bill Perkins te propone cambiar el juego al que estás jugando. En lugar de maximizar el dinero que ganas, maximiza las experiencias que vives.
La muerte es un poderoso recordatorio para usar el tiempo de forma más responsable. Tampoco hay que vivir como si fueras a morir mañana. Vive como si fueras a morir algún día. Abraza la realidad: algunas de las experiencias que podrías vivir ahora no las podrás vivir dentro de unos años. La gente joven a veces intercambia demasiado tiempo por dinero. Tendrás 3000€ más cuando tengas 80 pero, ¿cuándo podrás volver a intentar ese proyecto? ¿Cuándo podrás volver a hacer ese viaje con amigos? ¿Cuándo podrás volver a subir esa montaña? Puede que nunca.
Utilizamos el dinero como métrica porque es fácil de medir y comparar. Utilizamos las señales caras y visibles porque no nos basta con ser ricos, necesitamos que los demás sepan lo ricos que somos. La cola de pavo de los monos con pelo son los coches caros. No deja de sorprenderme la capacidad de elaborar explicaciones para justificar el gasto. Somos animales sociales a los que les gusta creer que actúan libres de la influencia de los demás. También en las experiencias aparece la trampa. ¿Cuándo fue el último viaje que hiciste sin subir una foto? ¿Cuál es la última experiencia que disfrutaste sin pregonarlo a los cuatro vientos? No hay respuestas fáciles en la vida. No estás ante un problema con una sola variable. No estás ante un problema con una única solución.
Nadie crece queriendo ser igual que el resto. Si hay alguna posibilidad de ser especial, ¿a quién no le gusta pensar que es el elegido? Si hay alguna posibilidad de ser libre, ¿quién no querría tenerla? Llega la aplastante realidad y la poderosa inercia del grupo. De creerte diferente a asumir el riesgo de intentar ser diferente hay un abismo. Creer que eres diferente apenas tiene coste. Intentar cambiar las cosas y apostar por un camino diferente, implica pagar el precio.
Las preguntas te hacen replantearte si la vida que te dicen que hay que vivir es la vida que quieres vivir. ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué estás persiguiendo? ¿Merece la pena? Nunca estarás libre de influencias ajenas. Bajar al abismo a responder de forma honesta es la máxima independencia a la que puedes aspirar. Mira a tus elaboradas justificaciones a la cara, cógelas del cuello y vuelve a preguntarlas. ¿Realmente es lo que quiero? ¿Realmente es lo que estoy persiguiendo? ¿Realmente merece la pena? Tus vísceras quieren responder rápido para atravesar la incómoda ausencia de ruido. La hoja en blanco y el lápiz te ayudan a convivir con el silencio que precede a las respuestas honestas. El poeta francés Paul Valéry capturó el momento deseado: «Escucha lo que se oye cuando nada se hace oír».
Sergio -.
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Plutarco cuenta que un día Pirro, rey de Epiro, hacía proyectos de conquista: "Primero vamos a someter a Grecia", decía. "¿Y después?", le pregunta su consejero Cineas. "Ganaremos África". "¿Y después de África?" "Pasaremos al Asia, conquistaremos Asia Menor, Arabia". "¡Y después?" "Iremos hasta las Indias". "¿Y después de las Indias". "¡Ah!", dice Pirro, "descansaré".
"¿Por qué no descansar entonces, inmediatamente?", le dice Cineas.
Muy buena reflexión Sergio. Cómo en casi todo, no creo que haya una verdad absoluta. Creo que hay gente más de exteriores con necesidad de experiencias vitales, viajes, conocer gente, fiestas, deportes extremos, compartir todo lo vivido, etc., y hay personas más de biblioteca que disfrutan a base de la introspección, de la tranquilidad, del placer del estudio y la lectura, etc.
Luego están los que no disfrutan de ninguna manera, y los que saben disfrutar de ambas.
En ese sentido está bien conocernos a nosotros mismos. Saber qué tipo de persona somos y qué tipo de necesidades y objetivos (sueños) tenemos. Ser el más rico del cementerio puede sonar absurdo, pero ser libre financieramente (tener tanto para no tener que preocuparte por el dinero el resto de tu vida), suena mejor. Nos pasamos toda la vida casi a oscuras, con la linterna en la mano, alcanzando a ver no más de tres metros a la redonda, pero queriendo entender todos y cada uno de los misterios del universo.
Lo que hoy vemos claro, mañana puede que no lo esté tanto. Hay piezas que hoy nos desconciertan y el día menos pensado, de pronto, encajan. La idea es seguir avanzando, iluminados por nuestra razón y nuestra intuición, y con la luz de los que saben más que nosotros. Hacerlo de la manera que consideremos más coherente con nosotros mismos, y continuar con este aprendizaje que no termina nunca. Infinito.