«Desear bien es una libertad que tenemos que ganarnos». — Luke Burgis
¡Lo quiero! propone una filosofía de vida útil y práctica partiendo del deseo. Tomando como modelo a René Girard, Burgis trata de entender por qué deseamos lo que deseamos y cómo podemos desear mejor.
En la primera parte de esta edición, entenderás el deseo a través de ideas como la mentira romántica o los modelos. Conocerás las distorsiones de la realidad en la que habitamos, los ciclos destructivo y positivo de perseguir tus deseos. Además, descubrirás la forma más antigua de restaurar, al menos momentáneamente, la paz: el chivo expiatorio. En la segunda parte, aprenderás ideas para transformar el deseo. ¿Cómo elegir aquellos deseos que merecen la pena? ¿Cómo cultivar una relación sana con ellos? La empatía, las historias y el liderazgo son de vital importancia.
Navega con curiosidad por las ideas de libro y quédate con las que te sirvan. Al final de la edición encontrarás 14 accionables para una vida anti-mimética.
Apartados de esta edición:
Entendiendo el deseo
La mentira romántica o por qué (no) deseamos lo que deseamos
2 tipos de modelos
Las distorsiones de Freshmenistán
La historia de Lamborghini y los ciclos de deseo
El chivo expiatorio
Transformando el deseo: el camino anti-mimético
2 tipos de deseo
Empatía disruptiva e historias de realización
Liderazgo trascendente
Los deseos de mañana
14 accionables para una vida anti-mimética
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Entendiendo el deseo
Deseo no es lo mismo que necesidad. Si recurrimos a la archiconocida pirámide de Maslow, las necesidades corresponden a las categorías de necesidades físicas y de seguridad; los deseos, al resto.
¿Por qué dos hermanos en una habitación repleta de juguetes se pelean por el mismo? Las personas cambiamos nuestras metas, comportamientos y deseos al interactuar con los demás. Los modelos nos muestran qué merece la pena desear. Es fácil verlo en otros. La verdadera transformación ocurre cuando lo empiezas a ver en ti mismo. Si eres honesto y buscas bien, encontrarás modelos en casi cualquier aspecto de tu vida; desde tu forma de vestir y los libros que lees, hasta el barrio en el que vives y los hobbies que tienes. El deseo mimético es a la psicología lo que la gravedad a la física. Si queremos construir un mundo mejor, tenemos que entender esta poderosa fuerza, no caer en su ciclo negativo, encontrar modelos positivos y comportarnos como los modelos que nos gustaría ver ahí fuera.
La mentira romántica o por qué (no) queremos lo que queremos
El filósofo Arthur Schopenhauer pensaba que una persona puede hacer lo que quiere pero no puede querer lo que quiere. Los deseos, ni aparecen de la nada, ni los elegimos de forma independiente. Girard llama a esta extendida creencia la mentira romántica. La frase de Julio César «Veni, vidi, vici» (Llegué, vi, vencí), ejemplifica la mentira que nos contamos. ¿Acaso Julio César no quería imitar al gran Alejandro Magno? ¿Y qué hay del gran Alejandro? ¿Acaso no quería imitar las virtudes de Hércules?
La verdad suele ser incómoda. Desde que somos apenas unos recién nacidos, antes incluso de poder pronunciar nuestra primera palabra, buscamos modelos a los que imitar. Somos seres sociales, personas que conviven con otras personas. Imitar a los que nos rodean, y que los que nos rodean nos imiten, es nuestra forma habitual de comportarnos y aprender. Hasta el que se cuelga la medalla de diferente, lo hace mirando al espejo de los otros y lo pregona a los cuatro vientos para validarse. No podemos dejar de definirnos por el (no) parecido con los demás.
El deseo de otra persona incrementa el atractivo del objeto de deseo. La trampa es caer preso en la competición. No desprecies lo fácil por creer que no es importante. No desprecies lo que no requiere de esfuerzo por pensar que no merece la pena. Los regalos de la vida están repletos de valor.
El deseo mimético se observa en muchos ámbitos de la vida: los dos hermanos peleándose por el mismo juguete, el propio Girard intentando reconquistar a su ex-pareja cuando supo que estaba con otro, el panadero del pueblo comprando un piso en la ciudad justo antes de que explote la burbuja o la joven adolescente siguiendo la estética de las influencers de Instagram, incluso con operaciones de por medio. El deseo mimético es parte del ser humano. Conocer el juego en el que estamos metidos es el primer paso para jugar la mejor partida posible.