Hola, soy Sergio San Juan, un aprendiz de por vida.
Bienvenido a mi espacio personal, donde cada viernes seguimos jugando al Aprendizaje Infinito.
La memoria es la capacidad de aprender. Más que un lugar, es un conjunto de sistemas que interactúan entre si. Todo lo aprendemos con la memoria, que no de memoria.
Aprender de memoria es, sin comprenderlo, ser capaz de repetir como un papagayo.
Aprender con la memoria es ser capaz de procesar la información, codificarla, guardarla y recuperarla de “nuestro almacén”.
Esta newsletter es el inicio de una serie para entender cómo aprendemos y cómo podemos hacerlo de una forma más efectiva (mejor). En concreto, esta edición va sobre la memoria y su funcionamiento. Para ello, me he apoyado en el trabajo de Héctor Ruiz Martin, un divulgador español en el campo del aprendizaje.
Partes y funcionamiento de la memoria
Dentro del sistema de la memoria, podemos identificar tres subsistemas (o partes que interactúan entre sí):
La memoria sensorial es la puerta de entrada. Recoge la información de los sentidos y la mantiene durante unos instantes. Cada sentido tiene la suya propia. De toda la información que recoge, solo somos conscientes de aquella que pasa a la memoria a corto plazo.
La memoria a corto plazo es el primer procesamiento consciente de la información. También se conoce como memoria de trabajo, porque como su propio nombre indica, es el lugar donde “trabajamos” con la información. Luego entraremos en profundidad.
La memoria a largo plazo es el “almacén” donde guardamos el conocimiento. A su vez se divide en explícita, donde guardamos información que recuperamos de forma consciente; o implícita: donde guardamos habilidades o respuestas frente a ciertos estímulos que podemos realizar de forma inconsciente. También tiene su propio apartado.
Nuestra memoria almacena conexiones, no datos aislados. Se parece más a un jardín que a un disco duro. Piensa en un árbol. Sin raíces sólidas, no hay tronco. Sin tronco, no hay ramas. Y sin ramas, no hay hojas.
Si quieres aprender una idea y no eres capaz de conectarla con conocimiento previo, el aprendizaje será mucho más superficial y poco duradero. Para crear esas conexiones es importante entender el significado de lo que aprendes y darle sentido: ¿dónde encaja este conocimiento en el jardín de tu memoria?
Al contrario de lo que mucha gente cree, no sólo sirve exponerse repetidamente a algo para aprenderlo. Héctor, en su libro, pone el ejemplo de un billete de 10€. Todos lo hemos visto miles de veces en nuestra vida, pero somos incapaces de dibujarlo. Sin atención, no hay aprendizaje. Lo de dormirte con podcast a x3 no funciona.
La idea clave es que el aprendizaje tiene que ser un proceso activo. Aprendemos pensando y haciendo, no consumiendo de forma pasiva. Tienes que pensar sobre lo que aprendes, darle significado, conectarlo con lo que ya sabes y, siempre que puedas, ponerlo en práctica.
La memoria de trabajo
Nuestro jardín no tiene límites, pero las acciones que podemos realizar a la vez en él, sí. Me explico. Tu memoria a largo plazo es ilimitada pero no eres consciente de ello porque solo puedes manejar una pequeña cantidad de información. El cuello de botella del aprendizaje es la memoria de trabajo.
Barbara Oakley, una profesora estadounidense de ingeniería especializada en aprendizaje, la compara con una pizarra donde recordamos, razonamos, imaginamos y construimos nuevas conexiones. También podemos definirla como la información a la que le prestamos atención. Esta información puede venir de la memoria a largo plazo o de los sentidos (memoria perceptual).
En esta edición estoy tirando mucho de analogías, así que vamos con otra. Piensa en que tu memoria de trabajo es un vaso (además de una pizarra y tu capacidad de trabajar en tu jardín). Este vaso se llena de:
Carga intrínseca: la información del propio objeto del aprendizaje.
Carga ajena: distracciones que provienen de fuera del objeto de aprendizaje, por ejemplo, cuando llama al timbre el repartidor de Amazon.
Carga relevante: la manipulación de la información necesaria para aprender. Pensar, razonar y crear conexiones en torno al objeto de aprendizaje.
Si la suma de las tres cargas supera la capacidad del vaso, se sale y el aprendizaje sufre. Esto que te acabo de explicar, se conoce como teoría de la carga cognitiva. La idea práctica de esta teoría es que, sin sobrepasarnos, debemos orientar toda la carga cognitiva posible al aprendizaje. Invirtiendo el problema, debemos evitar cualquier tipo de carga que dificulte el aprendizaje. Puesto que la carga relevante es imprescindible, me voy a centrar en cómo gestionar la carga intrínseca y la carga ajena.
La carga ajena es la más fácil, hay que intentar eliminarla. Lo único que hace es robarnos espacio para aprender cosas. Y el espacio, es justo lo que más nos falta.
La carga intrínseca también puede ser un problema. Para solventarlo tenemos que dosificar las nuevas ideas. Fragmentar el objeto de conocimiento en partes y digerirlo poquito a poquito. La fragmentación y el orden de las ideas debe tener sentido. Primero las raíces, luego las ramas.
La memoria de trabajo da mucho de si y la volveremos a ver por esta serie, pero la dejamos por hoy. Antes de cerrar, vamos a conocer un poco mejor la memoria a largo plazo y su estrecha relación con la maestría.
La memoria a largo plazo
Si pensamos en nuestra memoria a largo plazo como un almacén, necesitamos ser muy buenos en:
Almacenar la información que viene de la memoria de trabajo.
Recuperar dicha información cuando la necesitemos.
Los expertos o maestros en una disciplina son muy buenos en el segundo punto. Tan buenos que recuperar la información de la memoria a largo plazo apenas les genera carga cognitiva.
Me explico.
Si acabas de aprender un conocimiento nuevo, necesitarás recuperarlo del “almacén” para llevarlo a tu memoria de trabajo. Esto genera cierta carga cognitiva, lo que disminuye la nueva información que puedes manejar. Los expertos, en cambio, han interiorizado tanto el conocimiento o la habilidad que son capaces de realizarlo sin que la información pase por la memoria de trabajo. A esto se le llama competencia inconsciente.
Este nivel experto se logra gracias a la repetición de la práctica deliberada. De ello hablaremos precisamente en la próxima edición de esta serie. Aunque antes pararemos a cerrar un tema con un viejo conocido.
Sergio -.
P.D: Sinceramente es la edición en la que mas cosas creo que me dejo en el tintero. ¿Lo has entendido bien o me he dejado algo sin conectar?
Gracias por leer Aprendizaje Infinito.
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Cada viernes, un nuevo turno en el juego del Aprendizaje Infinito.