6 Comentarios

Coincido con que la envidia es el pecado que menos aporta. Pasar de envidia a emulación es una fantástica opción pero supongo que la mayor parte de las veces, la envidia nace de éxitos inmerecidos, por ende, no hay nada que admirar (seguramente al contrario).

En mi caso, mi estrategia es la aceptación. Si el éxito ha sido por pura suerte, envidio esa suerte (siendo consciente de que la suerte te salva una vez pero no siempre y que yo no sé dejar las cosas al azar), cuando un compañero plagia, hurta, adula y, sale exitoso… envidio sus dones, yo no los tengo ni me esforzaré jamás en tener esas cualidades aunque le vayan bien las cosas.

Al final, supongo que pretendo evaluar la razón de ese éxito y si es constructivo, lo emulo y venero y considero que no (entran en juego mis valores), lo rechazo.

Creo que compararse es bueno para no alejarte de la realidad pero, cada uno tenemos una serie de principios y cualidades que nos diferencian.

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Hay muchos intermedios entre la envidia y la emulación. De quien plagia, hurta, adula y se sale con la suya, no hay nada admirable ni nada que emular.

Como comentas, la dimensión ética importa. Los resultados no deberían ser nuestra única guía.

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El otro día leí: "La comparación es un suicidio ontológico"

Ya está, solo quería compartir esta frase tan hardcore 😁

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Gracias

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Podría ser tb un sinónimo de admiración?

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Está relacionado. La emulación tiene más que ver con querer perseguir lo que el otro tiene y la admiración a veces se conforma con contemplarlo.

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