En Disneyland no se genera conocimiento. Me gusta esa frase Sergio, de hecho, yo creo que es el mundo en el que quiere seguir instaurada la sociedad de hoy en día , especialmente, los más jóvenes. A veces, el cambio que hay desde un mundo sobreprotegido (el de la infancia) al mundo real, puede ser duro. Por tanto, salir de esa burbuja requiere de aprendizaje, garra y adaptación.
Tremendamente acertado tu artículo y muy oportuno.
En un mundo con tantísimas relaciones en el que interactuamos de manera frenética con nuestros círculos, el dominio y la precisión en el uso del lenguaje se vuelve cada vez más necesaria. Prefiero pecar de rudo antes que sumarme al grupo de los tibios.
Estamos acostumbrados a considerar el lenguaje una herramienta de comunicación. Olvidando que, en su origen y principalmente, es una herramienta de ocultación. La magia de la palabra, su principal virtud al tiempo que su principal defecto, es la ambivalencia, la ambigüedad. Tecnicismos y eufemismos serían dos de las múltiples formas que tenemos a nuestra disposición para desviar la atención del discurso cuando tememos entrar en camisas de once varas.
En Disneyland no se genera conocimiento. Me gusta esa frase Sergio, de hecho, yo creo que es el mundo en el que quiere seguir instaurada la sociedad de hoy en día , especialmente, los más jóvenes. A veces, el cambio que hay desde un mundo sobreprotegido (el de la infancia) al mundo real, puede ser duro. Por tanto, salir de esa burbuja requiere de aprendizaje, garra y adaptación.
¡Sigue con tu proyecto!
Un saludo
Gracias por tomarte el tiempo de compartir tus ideas. ¡Por aquí seguiremos cada semana!
Tremendamente acertado tu artículo y muy oportuno.
En un mundo con tantísimas relaciones en el que interactuamos de manera frenética con nuestros círculos, el dominio y la precisión en el uso del lenguaje se vuelve cada vez más necesaria. Prefiero pecar de rudo antes que sumarme al grupo de los tibios.
Hay que encontrar ese equilibrio, aunque yo soy de los tuyos: prefiero pecar de rudo.
Cada día te superas, que grande!
Gracias, Manuel
Estamos acostumbrados a considerar el lenguaje una herramienta de comunicación. Olvidando que, en su origen y principalmente, es una herramienta de ocultación. La magia de la palabra, su principal virtud al tiempo que su principal defecto, es la ambivalencia, la ambigüedad. Tecnicismos y eufemismos serían dos de las múltiples formas que tenemos a nuestra disposición para desviar la atención del discurso cuando tememos entrar en camisas de once varas.