Las mejores teorías son las que nos ayudan a resolver problemas reales. El pensamiento sistémico, aunque incompleto y sesgado como cualquier otra herramienta, ayuda a navegar el complejo mundo en el que vivimos. Pensar en sistemas, escrito por Donella Meadows, es el libro de referencia para aprender esta forma de ver e influir en el mundo.
Donella estudió Química y se doctoró en Biofísica. Investigó en el MIT junto a Jay Forrester, el padre de la dinámica de sistemas: una metodología para modelar sistemas complejos y entender su comportamiento. En 1972, basándose en uno de los modelos de Forrester, Donella coordinó el reporte Los límites del crecimiento en el que expuso los peligros de un crecimiento desenfrenado de la población, la industria, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales.
Pensar en sistemas es el fruto de toda una vida dedicada a entender los grandes problemas de nuestro tiempo a través de los sistemas. El libro fue publicado tras la muerte de Donella y editado por Diana Wright, una investigadora del Sustainable Institute fundado por la propia Donella.
Estás a punto de cruzar una puerta que no tiene marcha atrás. Cuando empieces a pensar en sistemas no podrás dejar de hacerlo.
Verás los eventos como tendencias, y las tendencias como reflejos de la estructura del sistema. Ya no encontrarás consuelo en culpar a un elemento (la cabeza del gobierno de turno) porque sabrás que hace todo lo posible por cumplir su función (mantener el poder).
Descubrirás que no hay problemas aislados, que todo es un lío: situaciones interactuando entre ellas de muchas formas diferentes.
Dejarás de tratar síntomas para buscar la causa raíz. El comportamiento es una manifestación de la profunda, y muchas veces oculta, estructura del sistema.
Buscarás la relación entre estructura y comportamiento para entender cómo funciona el sistema, qué produce resultados y cómo puedes influir en ellos.
Hay resistencia a pensar en sistemas. Nos han enseñado a analizar, a buscar relaciones causa-efecto y a solucionar los problemas mediante el control de las piezas. Asumimos que la causa del problema está «ahí fuera» y no «aquí dentro», en el sistema. Es irresistible culpar a algo o alguien concreto. Es más difícil asumir que la fuente de los problemas es el propio sistema. Es todavía más difícil encontrar el coraje y la sabiduría para cambiarlo.
Llevamos manejando sistemas complejos de forma intuitiva toda nuestra historia, sin análisis y muchas veces incluso sin palabras. Las abuelas y los clásicos algo saben de navegar el mundo.
El lenguaje es un límite para pensar en sistemas. Primero una palabra, después otra y luego otra. Primero una frase. Después otra. Luego otra. Por diseño, las letras siguen un orden lineal y lógico. En un sistema pasa todo a la vez en todas partes. Por eso esta edición se apoya en muchos diagramas, metáforas e imágenes, para complementar el pensamiento lineal al que nos empuja el lenguaje.
Navega con curiosidad por las ideas de este libro y quédate con las que te sirvan.
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Apartados de esta edición:
Sistemas 101
Elementos, interconexiones y propósito
Stocks y flujos
Bucles de retroalimentación
Resiliencia, autoorganización y jerarquía
Un paseo por el zoo
El termostato
La población
El inventario de un negocio
La economía del petróleo
La economía de los peces
Sorprendido por el sistema
8 trampas (oportunidades) sistémicas
Soluciones que fallan
La tragedia de los comunes
Cuesta abajo y sin frenos
Escalada
El éxito llama al éxito
Adicción
Hecha la ley, hecha la trampa
Preso de las metas
12 palancas para transformar sistemas
14 palancas para vivir entre sistemas
Sistemas 101
A todo esto, ¿qué es un sistema? Un sistema es un conjunto de elementos —personas, células, moléculas— interconectados y organizados para cumplir una función o propósito. Cada una de tus células es un sistema. Tú eres un sistema. La comunidad de Aprendizaje Infinito es un sistema. Madrid es un sistema. Europa es un sistema. Sistemas, dentro de sistemas, dentro de sistemas…
Empecemos conociendo las partes que tiene un sistema.
Elementos, interconexiones y propósito
Los elementos son los componentes de un sistema, lo más fácil de tener en cuenta. Para entender bien un sistema, necesitas buscar las interconexiones: las relaciones entre elementos que mantienen al sistema unido. Son más difíciles de conocer que los elementos. Aunque las conexiones físicas son visibles (el cable que conecta el ordenador a la electricidad), los flujos y conexiones de información suelen estar ocultos (los neurotransmisores que pasan entre tus neuronas).
Lo más difícil suele ser conocer la función o el propósito del sistema. «La mejor manera de deducirlo es observarlo durante un tiempo para ver cómo se comporta». No hagas caso a la retórica del persuasivo CEO ni a la misión que ocupa el título de la web. Para conocer el propósito de una empresa, y de cualquier sistema, observa con atención cómo se comporta. Los hechos te permitirán deducir el propósito.
Las tres partes (elementos, interconexiones y propósito) son importantes pero «la parte menos obvia del sistema, su función o propósito, es a menudo el determinante más crucial del comportamiento».
Una de las funciones importantes que suelen tener todos los sistemas, especialmente los vivos, es asegurar su propia perpetuación. Los subsistemas pueden tener propósitos o funciones que entren en conflicto con el propósito general del sistema. Esto ocurre con las células cancerígenas que, con su propósito de expandirse, acaban con la supervivencia de la persona si no son detectadas y tratadas a tiempo.
Stocks y flujos
El stock es la base de cualquier sistema. Son aquellos elementos que puedes ver, sentir, contar o medir en cualquier momento. No tienen que ser físicos. Los flujos (flows) aumentan o disminuyen la cantidad de los stocks. Pongamos como ejemplo el sistema simple de una bañera. El stock son los litros de agua, que está limitado a la capacidad de la bañera. En este sistema hay dos flujos; un flujo de entrada: el grifo, que aumenta el stock de agua, y un flujo de salida: el tragadero, que disminuye el stock de agua.
Entender cómo evolucionan los stocks de un sistema y sus flujos a lo largo del tiempo equivale a entender gran parte del comportamiento de un sistema. De un sistema simple como la bañera podemos deducir 3 principios: (1) si los flujos de entrada son más grandes que los flujos de salida, el stock sube; (2) si los flujos de entrada son más pequeños que los flujos de salida, el stock baja; y (3) si los flujos de entrada son iguales que los flujos de salida, el stock se mantiene. Para alcanzar el stock deseado (la cantidad de agua que queremos en la bañera), podemos: aumentar el flujo de entrada o reducir el flujo de salida. Al llenar la bañera abres el grifo (sube flujo de entrada) y cierras el tapón (reduces el flujo de salida). Otra idea, también deducible al observar el comportamiento de la bañera, es que los stocks tardan tiempo en cambiar. Los retrasos pueden ser un problema o una fuente de estabilidad.
Bucles de retroalimentación
Un bucle de retroalimentación (feedback loop) es una cadena causal cerrada: el stock afectado por el flujo afecta a su vez al propio flujo. En el ejemplo de la bañera, la cantidad de agua de la bañera influye en el flujo de entrada: cuando está lo suficientemente llena, cerramos el grifo. Ocurre también en los intereses de una inversión. Esos intereses aumentan el principal, que a su vez aumenta los intereses, dando lugar a intereses de los intereses.
Hay dos tipos tipos de bucles de retroalimentación: de estabilización y de refuerzo. El bucle de estabilización busca mantener el nivel del stock en un rango deseable, se opone a la dirección del cambio. Es la cantidad de la bañera gritando que cierres el grifo para que no se salga. El bucle de refuerzo hace crecer el stock de forma exponencial. Es el interés compuesto de la inversión, la bola de nieve que recorre la ladera de una montaña creciendo más conforme más crece.
«La presencia de un mecanismo de retroalimentación no significa necesariamente que el mecanismo funcione bien. Puede que el mecanismo de retroalimentación no sea lo bastante fuerte para llevar las existencias al nivel deseado. La retroalimentación —las interconexiones, la parte informativa del sistema— puede fallar por muchas razones. La información puede llegar demasiado tarde o al lugar equivocado. Llega con retraso o con recursos limitados, o simplemente es ineficaz».
Cuanto más pienses en bucles de retroalimentación, más bucles de retroalimentación vas a encontrar. Nada está aislado. Dejas de pensar en causalidad (A causa B) y empiezas a pensar en influencias recíprocas (A influye en B que influye en A que influye en B que…). Dejas de pensar en un mundo estático y empiezas a pensar en un mundo dinámico. Diferentes bucles dan lugar a diferentes comportamientos. Antes de entrar al zoo, tienes que conocer 3 características de los sistemas complejos.
Resiliencia, autoorganización y jerarquía
Lo bello de los sistemas es que suelen funcionar muy bien. Tres características explican gran parte de su funcionamiento.
La resiliencia es la capacidad de un sistema de sobrevivir y persistir en un entorno variable. Los bucles de retroalimentación trabajan para que el sistema se restaure después de una perturbación. Un sistema resiliente no tiene que ser estático: hay oscilaciones, roturas periódicas, ciclos e incluso colapsos. La resiliencia es la capacidad que tiene el sistema de recuperarse de todos estos contratiempos. «La gente suele sacrificar la resiliencia por la estabilidad, o por la productividad, o por alguna otra propiedad del sistema más inmediatamente reconocible». ¿El motivo? No es una propiedad obvia; hasta que no ocurre un contratiempo, no descubrimos la importancia de la resiliencia en un sistema.
La autoorganización es la capacidad de un sistema para, a partir de reglas simples, modificar su propia estructura aprendiendo, diversificando, complejizando y evolucionando. Igual que la resiliencia, la capacidad de auto-organización se sacrifica en aras de la optimización y la productividad. La autoorganización conlleva desorden, libertad y experimentación. Existe cierto miedo a esta propiedad porque implica renunciar al control.
La jerarquía es la capacidad de un sistema de organizarse en diferentes niveles, lo que aporta resiliencia y estabilidad, y reduce la cantidad de elementos con los que se comunica cada elemento del sistema. Las formas complejas tienden a la jerarquía. «El propósito original de la jerarquía es siempre ayudar a sus subsistemas originales a hacer mejor su trabajo». Es peligroso que el propósito de un subsistema se imponga al propósito de todo el sistema. Es el caso de la célula cancerígena que se impone al propósito de supervivencia del cuerpo.
«Debe haber suficiente control central para lograr la coordinación hacia el objetivo del gran sistema, y suficiente autonomía para mantener todos los subsistemas florecientes, funcionando y auto-organizándose».