Gracias. Buenísimo. Aunque probablemente la causa de que haya menos Einsteins no se deba solamente al sistema educativo sino a múltiples factores, básicamente la organización social. Es bastante probable que haya por ahí algún Russell o un Dostoyevsky publicando en alguna editorial de cuarta categoría, sin repercusión ni reconocimiento alguno por parte de las élites de la cultura. Incluso el propio Einstein tendría problemas hoy en día para publicar y defender sus teorías frente a la jerarquía académica y probablemente no habría podido salir de la oficina de patentes a menos que tuviera millones de followers en instagram.
Las ideas que comentas son muy interesantes. En la economía de la atención no sólo basta con la calidad de las ideas. En primer lugar, necesitas dirigir la atención de los demas hacia ellas.
Dejando aparte lo de la educación en masa, que yo creo que es el principal culpable de todo esto, otra cuestión que yo veo hoy en día es que «sobre protegemos» a los niños. No queremos que pierdan lo bonito de la infancia. Y yo me imagino esos niños de antes, con sus institutrices y tutores estudiando a los clásicos, filosofía, álgebra, geometría, prácticamente desde que empezaban a hablar. Probablemente nunca tuvieron o disfrutaron de su infancia. Con 12, 16 o 18 años eran ya eminencias en muchos campos. Sin pisar un colegio o universidad. Nada equiparable a lo que vemos hoy en día.
Poco se habla también de los tutores e institutrices. ¿Realmente existen hoy en día figuras así? Es la parte que más me ha gustado del artículo. Estas figuras eran también genios en potencia y se les debería dar más visibilidad en la Historia, sin duda.
Muchas gracias por el comentario, Jaime. El mérito del artículo es de Erik Höel. Yo sólo lo he traducido:)
El punto que comentas de la sobre protección es otro punto interesante. Taleb llama a este tipo de padres sobre protectores «súper mamás». Podría ser otra posible causa del declive del genio.
Gracias por traer este artículo Sergio, no conocía la newsletter de Erik Höel.
Me da la sensación de que, tal y como se menciona en el post, la IA podría tener un papel bastante importante en pocos años para personalizar la educación, algo muy necesario en mi opinión, ya que cada persona tiene unos requerimientos muy concretos y una velocidad de avance académico distinta a la de los demás. Pienso que no es del todo justo que se trate a todo el mundo de la misma forma en cuanto a formación se refiere.
Estos artículos me han recordado mi niñez. Con mi padre maestro, y 7 hermanos mayores, todos sabíamos leer y escribir al entrar en el colegio, con 6 años. A mí me aburrían mis compañeros, sólo hablaban de fútbol. Yo en casa repasaba inglés con una, planteaba batallas de Napoleón con otro, aprendía sobre cuadros de Goya y el Greco con otro, veía los ciclos en vo de la uhf, en japonés, en italiano, en ruso. Recuerdo la maravillosa "amanecer", de murnau, la vi las 3 veces que la pusieron. Los programas de la clave, con sus debates, los seguíamos y debatíamos. Pocas cosas me han entusiasmado en el instituto, la teoría de orbitales moleculares, la explicación maravillosa que nos dieron de las derivadas y las integrales,... La mayoría de las cosas las sabía de enciclopedias, de mis hermanos. En el instituto yo me centraba por las tardes en julio Verne, hg Wells, piratas, libros de historia, incluso la formulación química. Todo lo que caía en mis manos. El colegio e instituto eran aburridos, y mis compañeros más, hasta no empezar medicina no hice amigos.
Luego he vivido las tutorías como residente, y ahora como tutor. Es lo más parecido que he visto a esas tutorías aristocráticas. Un médico con experiencia, y un recién graduado lleno de literatura y esquemas. En varios años se comparten miles de pacientes, problemas, situaciones buenas y malas, actividades, actitudes, charlas. Sobre todo en la medicina de familia, que somos así un tutor-un residente, en hospital hay varios tutores con varios residentes. La medicina española con el mir pegó un salto de calidad brutal en sus profesionales, algo tendrá de bueno este sistema de tutoría. Cada padawan, versión moderna del alumno, queda marcado por su maestro Jedi, versión moderna del tutor. A su vez, en las guardias nos vienen de otros centros, intercambiamos experiencias, muchas charla, muy constructivo. Todo esto redunda en una gran variedad de experiencias, interacciones vitales, que enriquecen enormemente. Esto debe ser lo que sentían los tutores y los alumnos de aquellos tiempos.
El determinismo genético es, salvo excepciones, falso. Estos ejemplos de tutorías en la infancia muestra lo siguiente: el conocimiento y las habilidades se construyen una sobre otra. Al empezar a desarrollar conductas y adquirir conocimiento sobre ellas, todos partimos más o menos de un nivel idéntico. Conforme repetimos y aprendemos, ese nivel crece, razón por la cual la excelencia en X depende más bien del tiempo invertido que de otra cosa. Si empezamos con X a los 7, a los 15 llevaremos 8 años dándole la vara al tema y "desarrollando músculo". Si a esto le sumamos la plasticidad infantil y que el conocimiento es, en cierta forma, exponencial y depende de los fundamentos cual andamiaje, la conclusión del silogismo se hace sola...
Yo creo que la diferencia básica está ahí. A esto se le pueden sumar dos aspectos más: a) tales conductas se condicionan apetitivamente y el sujeto las persigue; b) el entorno de los sujetos refuerza y valora estas mismas conductas. Si has adquirido un gusto y unos cimientos sólidos y tu entorno refuerza ese mismo tipo de conductas, la dedicación a ellas será mayor. También decir que para desarrollar semejantes obras literarias (ya sean los "papers" de Einstein, una novela o un ensayo, pero también el jugar bien al futbol) ha de haber incentivos fuertes para su realización: se ha de reforzar el realizarlas. Quizás, tú, yo o el vecino podamos reflexionar de vez en cuando con profundidad, pero no tenemos el incentivo para volver a esas ideas una y otra vez, pulirlas y desarrollarlas; como también nos falta la base de conocimientos previos. En otras palabras: ha de haber un "ritual social" sobre esas acciones.
El desarrollo de un razonamiento de Russell y el del vecino puede ser en muchas ocasiones equivalente (si pensamos en sus razonamientos, en el "grado de innovación, en su dificultad), pero ambos no parten de los mismos fundamentos, por eso el "descubrimiento" (pues a sus ojos lo es) del vecino puede ser trivial y el de Russell una novedad genial. El vecino puede haber llegado a una conclusión que, quizás, ya estaba en Tucídides, mientras Russell "descubre" una nueva. Esto, que podría parecer desmotivador, es en el fondo una defensa del aprender. Aprender (conceptualmente) significa ese jugar con ideas y "crear" algo que no está en ellas, ver una deducción o una analogía; eso tiene un valor placentero y lúdico. Por ello, uno puede recrearse en aprender despreocupándose de lo nueva que sea su adquisición epistémica.
Al respecto de los genios vigentes yo creo que sí los hay hoy. El paso del tiempo y la selección por determinantes sociales (no todos los grandes tienen fama mucho después) nos los mostrará con su sesgo inherente. La polimatía sigue vigente en nuestros tiempos, aunque cada vez es más difícil por la especialización y complejidad de los conocimientos punteros.
Muchísimas gracias por el comentario tan currado. Comparto muchas de las ideas (no todo son los genes y el aprendizaje marca muchas veces la diferencia). También estoy de acuerdo en el último párrafo. Aunque la parte del declive de los genios me parece la idea menos interesante y la más discutible del artículo, quería traer el artículo de Höel al completo.
Me gusta toda la aproximación a la relevancia de los tutores y el cambio con los sistemas de aprendizaje en masa.
Pero creo que echo en falta a dos factores que hemos de tener en cuenta. Por un lado está lo que comenta Pepe Jordana: hay mucha competencia y es necesitas suerte (o algo más) para llegara ese punto en el que consigas un mínimo reconocimiento que te permita ser alzado a un pedestal (merecido o no).
Por otro lado, está la mitificación de los genios. Siempre nos han gustado las historias de héroes que sirvan de referencia. Si bien pueden ser útiles como un mecanismo de propaganda blanda (para poder tener referentes), no dejan de ser en muchos casos en gran parte una construcción social. Somos nosotros, años después, los que alzamos determinadas figuras a un pedestal de tal modo que sirvan como esos héroes que tanto nos gustan. A esto hay que unir también el sesgo de supervivencia, que nos impide por lo general hablar de los muchos que fueron clave para lograr ciertas cosas, hablando únicamente de aquellos que fueron la cabeza visible.
Buenísimos los puntos que comentas, Miguel. Yo creo que lo más útil del artículo es el cómo han aprendido estos genios (tutorización aristocrática) y no tanto la parte del declive y las reflexiones alrededor de la genialidad.
Además del aburguesamiento social más hedonista y acomodado, o la dificultad para alcanzar las manzanas altas del árbol, después de haber recogido las más bajas y accesibles, lo que me viene la cabeza es que los tutores, más allá de proporcionar contenidos concretos, lo que son capaces es de inspirar una pasión por el conocimiento que luego en los genios ha brotado según su propia afinidad e interés. Todos hemos experimentado que la asignatura más tediosa puede volverse terriblemente interesante en manos de un buen profesor. O que nos hemos interesado por aquellas materias en las que precisamente tuvimos a ese buen profesor. Pero si repasamos a los grandes genios, probablemente ninguno de sus instructores fueron tan brillantes como ellos en las mismas materias en que destacaron.
Y todo ello me hace dudar de la tutoría basada en IA. Mucho tendrá que desarrollarse y esa interacción humano-máquina, como para que el aprendiz sienta la pasión por el conocimiento que le transmite una máquina que jamás la experimentó.
Gracias por el comentario, Javi. La idea de transmitir la pasión es muy potente, y también creo que es uno de los principales motivos por los que un buen profesor te puede cambiar la vida. Sobre la IA, veremos que pasa. Yo creo que será un complemento muy bueno para quien sepa utilizarlo.
Gracias. Buenísimo. Aunque probablemente la causa de que haya menos Einsteins no se deba solamente al sistema educativo sino a múltiples factores, básicamente la organización social. Es bastante probable que haya por ahí algún Russell o un Dostoyevsky publicando en alguna editorial de cuarta categoría, sin repercusión ni reconocimiento alguno por parte de las élites de la cultura. Incluso el propio Einstein tendría problemas hoy en día para publicar y defender sus teorías frente a la jerarquía académica y probablemente no habría podido salir de la oficina de patentes a menos que tuviera millones de followers en instagram.
Las ideas que comentas son muy interesantes. En la economía de la atención no sólo basta con la calidad de las ideas. En primer lugar, necesitas dirigir la atención de los demas hacia ellas.
Gracias por el comentario, Pepe.
Magnífico artículo Sergio. Me ha encantado.
Dejando aparte lo de la educación en masa, que yo creo que es el principal culpable de todo esto, otra cuestión que yo veo hoy en día es que «sobre protegemos» a los niños. No queremos que pierdan lo bonito de la infancia. Y yo me imagino esos niños de antes, con sus institutrices y tutores estudiando a los clásicos, filosofía, álgebra, geometría, prácticamente desde que empezaban a hablar. Probablemente nunca tuvieron o disfrutaron de su infancia. Con 12, 16 o 18 años eran ya eminencias en muchos campos. Sin pisar un colegio o universidad. Nada equiparable a lo que vemos hoy en día.
Poco se habla también de los tutores e institutrices. ¿Realmente existen hoy en día figuras así? Es la parte que más me ha gustado del artículo. Estas figuras eran también genios en potencia y se les debería dar más visibilidad en la Historia, sin duda.
Gracias por estar. ❤️
Muchas gracias por el comentario, Jaime. El mérito del artículo es de Erik Höel. Yo sólo lo he traducido:)
El punto que comentas de la sobre protección es otro punto interesante. Taleb llama a este tipo de padres sobre protectores «súper mamás». Podría ser otra posible causa del declive del genio.
Gracias por traer este artículo Sergio, no conocía la newsletter de Erik Höel.
Me da la sensación de que, tal y como se menciona en el post, la IA podría tener un papel bastante importante en pocos años para personalizar la educación, algo muy necesario en mi opinión, ya que cada persona tiene unos requerimientos muy concretos y una velocidad de avance académico distinta a la de los demás. Pienso que no es del todo justo que se trate a todo el mundo de la misma forma en cuanto a formación se refiere.
La IA tendrá un papel interesante en la educación (si no lo está teniendo ya). Sobre todo, creo que en la parte de personalización que comentas.
Gracias por el comentario, Pol.
Estos artículos me han recordado mi niñez. Con mi padre maestro, y 7 hermanos mayores, todos sabíamos leer y escribir al entrar en el colegio, con 6 años. A mí me aburrían mis compañeros, sólo hablaban de fútbol. Yo en casa repasaba inglés con una, planteaba batallas de Napoleón con otro, aprendía sobre cuadros de Goya y el Greco con otro, veía los ciclos en vo de la uhf, en japonés, en italiano, en ruso. Recuerdo la maravillosa "amanecer", de murnau, la vi las 3 veces que la pusieron. Los programas de la clave, con sus debates, los seguíamos y debatíamos. Pocas cosas me han entusiasmado en el instituto, la teoría de orbitales moleculares, la explicación maravillosa que nos dieron de las derivadas y las integrales,... La mayoría de las cosas las sabía de enciclopedias, de mis hermanos. En el instituto yo me centraba por las tardes en julio Verne, hg Wells, piratas, libros de historia, incluso la formulación química. Todo lo que caía en mis manos. El colegio e instituto eran aburridos, y mis compañeros más, hasta no empezar medicina no hice amigos.
Luego he vivido las tutorías como residente, y ahora como tutor. Es lo más parecido que he visto a esas tutorías aristocráticas. Un médico con experiencia, y un recién graduado lleno de literatura y esquemas. En varios años se comparten miles de pacientes, problemas, situaciones buenas y malas, actividades, actitudes, charlas. Sobre todo en la medicina de familia, que somos así un tutor-un residente, en hospital hay varios tutores con varios residentes. La medicina española con el mir pegó un salto de calidad brutal en sus profesionales, algo tendrá de bueno este sistema de tutoría. Cada padawan, versión moderna del alumno, queda marcado por su maestro Jedi, versión moderna del tutor. A su vez, en las guardias nos vienen de otros centros, intercambiamos experiencias, muchas charla, muy constructivo. Todo esto redunda en una gran variedad de experiencias, interacciones vitales, que enriquecen enormemente. Esto debe ser lo que sentían los tutores y los alumnos de aquellos tiempos.
El determinismo genético es, salvo excepciones, falso. Estos ejemplos de tutorías en la infancia muestra lo siguiente: el conocimiento y las habilidades se construyen una sobre otra. Al empezar a desarrollar conductas y adquirir conocimiento sobre ellas, todos partimos más o menos de un nivel idéntico. Conforme repetimos y aprendemos, ese nivel crece, razón por la cual la excelencia en X depende más bien del tiempo invertido que de otra cosa. Si empezamos con X a los 7, a los 15 llevaremos 8 años dándole la vara al tema y "desarrollando músculo". Si a esto le sumamos la plasticidad infantil y que el conocimiento es, en cierta forma, exponencial y depende de los fundamentos cual andamiaje, la conclusión del silogismo se hace sola...
Yo creo que la diferencia básica está ahí. A esto se le pueden sumar dos aspectos más: a) tales conductas se condicionan apetitivamente y el sujeto las persigue; b) el entorno de los sujetos refuerza y valora estas mismas conductas. Si has adquirido un gusto y unos cimientos sólidos y tu entorno refuerza ese mismo tipo de conductas, la dedicación a ellas será mayor. También decir que para desarrollar semejantes obras literarias (ya sean los "papers" de Einstein, una novela o un ensayo, pero también el jugar bien al futbol) ha de haber incentivos fuertes para su realización: se ha de reforzar el realizarlas. Quizás, tú, yo o el vecino podamos reflexionar de vez en cuando con profundidad, pero no tenemos el incentivo para volver a esas ideas una y otra vez, pulirlas y desarrollarlas; como también nos falta la base de conocimientos previos. En otras palabras: ha de haber un "ritual social" sobre esas acciones.
El desarrollo de un razonamiento de Russell y el del vecino puede ser en muchas ocasiones equivalente (si pensamos en sus razonamientos, en el "grado de innovación, en su dificultad), pero ambos no parten de los mismos fundamentos, por eso el "descubrimiento" (pues a sus ojos lo es) del vecino puede ser trivial y el de Russell una novedad genial. El vecino puede haber llegado a una conclusión que, quizás, ya estaba en Tucídides, mientras Russell "descubre" una nueva. Esto, que podría parecer desmotivador, es en el fondo una defensa del aprender. Aprender (conceptualmente) significa ese jugar con ideas y "crear" algo que no está en ellas, ver una deducción o una analogía; eso tiene un valor placentero y lúdico. Por ello, uno puede recrearse en aprender despreocupándose de lo nueva que sea su adquisición epistémica.
Al respecto de los genios vigentes yo creo que sí los hay hoy. El paso del tiempo y la selección por determinantes sociales (no todos los grandes tienen fama mucho después) nos los mostrará con su sesgo inherente. La polimatía sigue vigente en nuestros tiempos, aunque cada vez es más difícil por la especialización y complejidad de los conocimientos punteros.
Muchísimas gracias por el comentario tan currado. Comparto muchas de las ideas (no todo son los genes y el aprendizaje marca muchas veces la diferencia). También estoy de acuerdo en el último párrafo. Aunque la parte del declive de los genios me parece la idea menos interesante y la más discutible del artículo, quería traer el artículo de Höel al completo.
Me gusta toda la aproximación a la relevancia de los tutores y el cambio con los sistemas de aprendizaje en masa.
Pero creo que echo en falta a dos factores que hemos de tener en cuenta. Por un lado está lo que comenta Pepe Jordana: hay mucha competencia y es necesitas suerte (o algo más) para llegara ese punto en el que consigas un mínimo reconocimiento que te permita ser alzado a un pedestal (merecido o no).
Por otro lado, está la mitificación de los genios. Siempre nos han gustado las historias de héroes que sirvan de referencia. Si bien pueden ser útiles como un mecanismo de propaganda blanda (para poder tener referentes), no dejan de ser en muchos casos en gran parte una construcción social. Somos nosotros, años después, los que alzamos determinadas figuras a un pedestal de tal modo que sirvan como esos héroes que tanto nos gustan. A esto hay que unir también el sesgo de supervivencia, que nos impide por lo general hablar de los muchos que fueron clave para lograr ciertas cosas, hablando únicamente de aquellos que fueron la cabeza visible.
Muchas gracias por compartirlo!
Buenísimos los puntos que comentas, Miguel. Yo creo que lo más útil del artículo es el cómo han aprendido estos genios (tutorización aristocrática) y no tanto la parte del declive y las reflexiones alrededor de la genialidad.
Muy interesante el artículo que nos traes.
Además del aburguesamiento social más hedonista y acomodado, o la dificultad para alcanzar las manzanas altas del árbol, después de haber recogido las más bajas y accesibles, lo que me viene la cabeza es que los tutores, más allá de proporcionar contenidos concretos, lo que son capaces es de inspirar una pasión por el conocimiento que luego en los genios ha brotado según su propia afinidad e interés. Todos hemos experimentado que la asignatura más tediosa puede volverse terriblemente interesante en manos de un buen profesor. O que nos hemos interesado por aquellas materias en las que precisamente tuvimos a ese buen profesor. Pero si repasamos a los grandes genios, probablemente ninguno de sus instructores fueron tan brillantes como ellos en las mismas materias en que destacaron.
Y todo ello me hace dudar de la tutoría basada en IA. Mucho tendrá que desarrollarse y esa interacción humano-máquina, como para que el aprendiz sienta la pasión por el conocimiento que le transmite una máquina que jamás la experimentó.
Gracias por el comentario, Javi. La idea de transmitir la pasión es muy potente, y también creo que es uno de los principales motivos por los que un buen profesor te puede cambiar la vida. Sobre la IA, veremos que pasa. Yo creo que será un complemento muy bueno para quien sepa utilizarlo.