Vivir significa lidiar con problemas. El ser humano, a lo largo de su historia, se ha especializado en resolverlos. Encontramos la solución y emergen nuevos retos que antes desconocíamos. Pero hay problemas que se nos resisten, problemas que parecen no tener solución.
El economista E.F.Schumacher en Una guía para perplejos realiza una bonita distinción. Hay 2 tipos de problemas. Por un lado, los problemas convergentes. Cuanto más aprendes sobre uno, más cerca estás de la solución. Si llegas a la respuesta correcta, puedes dar por cerrado el asunto. Hay problemas convergentes que todavía no están resueltos y que, con tiempo, dinero y cerebro se podrán solucionar. Por otro lado, los problemas divergentes. Las personas que estudian los de este tipo llegan a respuestas que se contradicen entre sí. Un problema divergente rara vez se suele catalogar como “solucionado” y, por eso, seguimos dándole vueltas.
Un ejemplo de problema divergente es cómo educar a un hijo. De este problema surgen dos grandes respuestas contrarias: la libertad y la disciplina. Ambos enfoques tienen buenos argumentos y un lado oscuro. Zweig en el pequeño librito dedicado a Montaigne, describe los peligros de la libre educación que recibió el filósofo:
«Una educación tan individualizada, en la que nada se prohibe al niño y se da vía libre a todas y cada una de sus inclinaciones, es una experiencia no exenta de peligros, pues esto de estar tan mal acostumbrado a no encontrar nunca oposición y no tener que someterse a ningún tipo de disciplina deja a un niño la posibilidad de cultivar todos sus caprichos tanto como sus vicios innatos.»
En los problemas convergentes, llegamos a un consenso cuando la solución funciona y no encontramos una mejor alternativa. En los problemas divergentes, sin esfuerzo consciente, acabamos en el enfrentamiento.
La política es uno de los problemas divergentes por excelencia. Dos fuerzas opuestas pelean por convertirse en la única solución: igualdad y libertad. Schumacher no propone solucionar definitivamente el problema y “matarlo”, si no encontrar un nivel superior que trascienda ambos extremos. En el caso de la libertad y la igualdad, la respuesta se encuentra en el eslogan de la Revolución Francesa: Liberté, Egalité, Fraternité. Cuando encontramos ese cielo común, cuando recordamos que compartimos un mismo objetivo (tener una sociedad mejor), podemos empezar a hablar del problema. Escribe Schumacher:
Es entonces cuando fuerzas tan elevadas como el amor y la compasión, la comprensión y la empatía, se vuelven disponibles, no simplemente como impulsos ocasionales, sino como fuerzas regulares y fiables.
Tu yo más tribal quiere casarte con uno de los extremos y despreciar al otro. Mantener el problema sin resolver en tu cabeza es costoso. La disonancia cognitiva te pide a gritos que te desagas de la contradicción; la ambigüedad no le gusta y prefiere la respuesta sencilla. Igualdad o libertad. Libertad o igualdad. Cuando crees que vas con los buenos y ellos son los malos, cuando crees que sólo tu bando tiene la respuesta correcta a un problema tan complejo como la política, se acabó.
La sociedad necesita estabilidad y cambio, tradición e innovación; intereses públicos e intereses privados; planificación y laissez-faire; orden y libertad; crecimiento y decadencia: en todas partes la salud de la sociedad depende de la persecución simultánea de actividades u objetivos mutuamente opuestos. La adopción de una solución final significa una especie de sentencia de muerte para la humanidad y augura crueldad o disolución, o generalmente ambas.
Los problemas divergentes ofrecen una oportunidad para sacar lo mejor de nosotros. Asume las contradicciones y céntrate en los objetivos compartidos. Remamos en el mismo barco.
Sergio-.
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Gracias por leer Aprendizaje Infinito.
Me encanta tu idea de como pasar deste la actual polarización fundada en principios de "cuando crees que solo tu bando tiene razón" a lo que nos puede unir, en el interés de todos "con fuerzas tan elevadas como el amor y la compasión, la comprensión y la empatía" . Un libro que me ha ayudado a (intentar) ser parte de la solución , entendiendo porqué se crean estas polarizaciones , "la mente de los justos" de Jonathan Haidt