«La felicidad no es asunto cómodo: es difícil encontrarla en nosotros e imposible encontrarla fuera de nosotros». — Nicolas Chamfort
Schopenhauer cree que es un error de partida pensar que hemos venido a este mundo a ser felices. Hay que intentar vivir una vida que sea preferible a no haber existido, no una vida feliz. Para acercarse al arte de vivir, el filósofo realiza una división fundamental: lo que uno es, lo que uno tiene y lo que uno representa.
Lo más importante es lo que uno es. Envidiamos a las personas por lo que les sucede cuando deberíamos envidiar su forma de concebir la realidad. «Cada uno está atrapado en su consciencia como en su propia piel». «Si se goza de riqueza interior no habrá que pedirle mucho al destino».
«Lo que cada uno es para sí mismo, lo que lo acompaña en su soledad y nadie le puede proporcionar o arrebatar es obviamente mucho más importante para él que el resto de sus cualidades o lo que los demás puedan pensar de él».
La parte subjetiva condiciona la calidad de vida. El hambre es el mejor cocinero. El mendigo sano es más dichoso que el rey enfermo. Lo externo afecta a cada persona de formas muy distintas. Tanto para lo bueno como para lo malo, no puedes huir de ti mismo; es lo que te ha tocado y determina gran parte de tu felicidad. Bajo tu control está sacarle el máximo provecho. Mediante el autoconocimiento podrás cultivar tus fortalezas y elegir la educación, el estatus, la ocupación y el estilo de vida que mejor encaje con tu personalidad. Sin olvidarte de no perder por el camino la salud; nueve décimas partes de la felicidad. Sin tampoco descuidar la adquisición de los recursos necesarios y convenientes para vivir.
Lo que uno tiene y lo que uno representa importa en tanto que permiten cultivar lo que uno es. Tener y representar, se retroalimentan. «Tanto tienes, tanto vales», escribió Petronio. Las riquezas suelen desembocar en una opinión favorable y de la opinión favorable aparecen oportunidades de generar riqueza. Hay que estar alerta para no quedar atrapado en la rueda.
