En los días que corren, cualquiera puede convertirse en ídolo de algunas masas, a las cuales impresiona por lo que muestra en sus perfiles, generando un imagen totalmente irreal e ilusoria de lo que es su vida, y creando unas expectativas totalmente distorsionadas a los que los idolatran. Esto dará lugar, ya lo está haciendo, a personas completamente alejadas del mundo real y extremadamente insatisfechas con lo que la vida, en general, es en realidad.
Para la inmensa mayoría, la vida no es levantarse a las 4 de la tarde cada día en un sitio paradisíaco diferente, con 1 coche de lujo en cada casa q tienes, ni al lado de la persona más artificialmente espectacular. Se ven jóvenes dando por hecho que van a ser el próximo Ibai, Llados y compañía, y la realidad de tener que hacer luego los deberes de Lengua les supera y les frustra.
La deficion de pensamiento crítico que aportas es brutal, y precisamente de eso, y otras aptitudes cruciales, adolecen la tran mayoría de las personas, nuevas generaciones y no tan nuevas.
Porque el pensar supone esfuerzo, ahí no basta la escucha pasiva que interesa que el pueblo tenga, y que al propio pueblo le es mucho más cómoda.
Y pensar de forma crítica, supone esfuerzo al cuadrado.
Es mucho más sencillo ser fanático de algo o alguien, y repetir o defender su discurso de arriba a abajo, que dedicar unos minutos a analizar lo que esa persona que admiramos defiende, dejando de lado su valor (por ejemplo deportivo).
Porque el pedestal entonces se puede resquebrajar, y la disonancia cognitiva de darse cuenta de que no estamos de acuerdo con nuestro ídolo, sería difícil de gestionar para muchos.
Gracias por la reflexión, Ainhoa. Quiero que lo que comentas de esforzarse para pensar de forma crítica es crucial y es un poco lo que intento hacer con este proyecto.
Me gusta incluso cuando en los comentarios aparecen ideas contrarias a lo que yo he escrito. Creo que en esa confrontación de ideas es donde más se puede aprender.
Muy bueno Sergio. Tal vez es porque mis ídolos me decepcionaron muy pronto y aprendí a defenderlos a pesar de sus errores, pero el caso es que tengo muy presente lo que cuentas. Sin fanatismo. Cuando todo va bien no son dioses, pero cuando fallan, no hay que quemarlos en la hoguera.
Lo primero, ¿cómo voy a pedir a alguien que sea perfecto, cuando yo no lo soy ni de lejos?
Nadie es un dios por jugar muy bien a fútbol o por ser un músico prodigioso. Ni siquiera por tener ideas que cambian la historia de la humanidad.
Estamos hablando de personas, con sus circunstancias, sus vivencias, sus traumas, sus debilidades. Creo que lo justo es disfrutar de aquello que hacen maravillosamente bien, y reivindicar eso. Para lo demás (juicios morales, etc) más nos vale mirarnos antes en el espejo.
Hay mucho hate, mucho hacer leña del árbol caído. A mí ni me va ni me viene, pero instintivamente en esos momentos me pongo siempre del lado del ídolo acabado.
No tiene que ser fácil ser una de estas personas. Nuestros ídolos no eligieron la vida que les tocó, y posiblemente tampoco estaban preparados para soportar la presión o para tomar mejores decisiones. Vivieron como pudieron, con unas circunstancias más extremas que las de la mayoría.
Hola Sergio, como siempre tu post me hace pensar. Me gusta el enfoque pero tengo sentimientos encontrados. Por un lado, como bien dices, los ídolos nos hacen perder de vista la realidad completa. No vemos los errores que hay detrás y de algún modo expandimos la admiración por sus cualidades a toda la persona. Dicho esto, una de las teorías que barajo últimamente es que los ídolos son la única forma que tenemos de cambiar nuestras vidas. A menudo pensamos que podemos mejorar simplemente con la razón, que si lo entendemos es suficiente para que el cambio se produzca. Sin embargo mi experiencia me dice lo contrario, por muy lógico que parezca un cambio en el plano teórico, no es suficiente para llevarlo a cabo de manera consistente. Aquí es cuando entra el ídolo, alguien que te sirve de referencia para saber cómo poner en práctica aquello que racionalmente sabes que es bueno. Para decirlo de alguna manera, una vez sabemos lo que queremos mejorar, la mejor forma de llevarlo a cabo es por imitación. Y aquí es donde el ídolo juega un papel importante. Me encantaría oír tu opinión. Un saludo!
Me gusta saber que el post te ha hecho pensar, Álex. La idea de aprender por imitación es algo crucial. Más que ídolos yo hablaría de modelos: personas a las que queremos parecernos. Creo que esta idea es compatible con la de no tener ídolos y me explico con un ejemplo.
Pongamos que tu modelo a imitar es Steve Jobs. Convertirlo en tu ídolo sería creer que todo lo que hizo es digno de imitación. Elegirlo conscientemente como modelo para aprender de él, es reflexionar sobre sus experiencias y enseñanzas y quedarte con aquello que te sirva para mejorar.
Ya me dirás que te parece y si quieres que profundice en algo más.
Como siempre Sergio acertada reflexión. Nos puede ayudar, distinguir la persona del personaje. En este sentido es bueno no tener grandes expectativas, porque rara vez convergen. Como bien apuntas, es posible admirar ciertas facetas de ellos, pero inevitablemente nos decepcionarán en otras. "Humanos, demasiado humanos".
Justo esa actitud es pecar de lo que critico en el post: de algo concreto sacar una conclusión general de una persona, en este caso negativa. No hay que idolatrar pero tampoco demonizar. Las aportaciones científicas de Newton son increíbles independientemente de su parte oscura.
En los días que corren, cualquiera puede convertirse en ídolo de algunas masas, a las cuales impresiona por lo que muestra en sus perfiles, generando un imagen totalmente irreal e ilusoria de lo que es su vida, y creando unas expectativas totalmente distorsionadas a los que los idolatran. Esto dará lugar, ya lo está haciendo, a personas completamente alejadas del mundo real y extremadamente insatisfechas con lo que la vida, en general, es en realidad.
Para la inmensa mayoría, la vida no es levantarse a las 4 de la tarde cada día en un sitio paradisíaco diferente, con 1 coche de lujo en cada casa q tienes, ni al lado de la persona más artificialmente espectacular. Se ven jóvenes dando por hecho que van a ser el próximo Ibai, Llados y compañía, y la realidad de tener que hacer luego los deberes de Lengua les supera y les frustra.
La deficion de pensamiento crítico que aportas es brutal, y precisamente de eso, y otras aptitudes cruciales, adolecen la tran mayoría de las personas, nuevas generaciones y no tan nuevas.
Porque el pensar supone esfuerzo, ahí no basta la escucha pasiva que interesa que el pueblo tenga, y que al propio pueblo le es mucho más cómoda.
Y pensar de forma crítica, supone esfuerzo al cuadrado.
Es mucho más sencillo ser fanático de algo o alguien, y repetir o defender su discurso de arriba a abajo, que dedicar unos minutos a analizar lo que esa persona que admiramos defiende, dejando de lado su valor (por ejemplo deportivo).
Porque el pedestal entonces se puede resquebrajar, y la disonancia cognitiva de darse cuenta de que no estamos de acuerdo con nuestro ídolo, sería difícil de gestionar para muchos.
Gracias por la reflexión, Ainhoa. Quiero que lo que comentas de esforzarse para pensar de forma crítica es crucial y es un poco lo que intento hacer con este proyecto.
Me gusta incluso cuando en los comentarios aparecen ideas contrarias a lo que yo he escrito. Creo que en esa confrontación de ideas es donde más se puede aprender.
Muy bueno Sergio. Tal vez es porque mis ídolos me decepcionaron muy pronto y aprendí a defenderlos a pesar de sus errores, pero el caso es que tengo muy presente lo que cuentas. Sin fanatismo. Cuando todo va bien no son dioses, pero cuando fallan, no hay que quemarlos en la hoguera.
Lo primero, ¿cómo voy a pedir a alguien que sea perfecto, cuando yo no lo soy ni de lejos?
Nadie es un dios por jugar muy bien a fútbol o por ser un músico prodigioso. Ni siquiera por tener ideas que cambian la historia de la humanidad.
Estamos hablando de personas, con sus circunstancias, sus vivencias, sus traumas, sus debilidades. Creo que lo justo es disfrutar de aquello que hacen maravillosamente bien, y reivindicar eso. Para lo demás (juicios morales, etc) más nos vale mirarnos antes en el espejo.
Hay mucho hate, mucho hacer leña del árbol caído. A mí ni me va ni me viene, pero instintivamente en esos momentos me pongo siempre del lado del ídolo acabado.
No tiene que ser fácil ser una de estas personas. Nuestros ídolos no eligieron la vida que les tocó, y posiblemente tampoco estaban preparados para soportar la presión o para tomar mejores decisiones. Vivieron como pudieron, con unas circunstancias más extremas que las de la mayoría.
Me gusta mucho la idea que compartes de mirarse al espejo antes de exigir nada al otro. Gracias una semana más por estar al otro lado, Carlos.
Gracias Sergio por seguir ayudándome a aprender .
Hola Sergio, como siempre tu post me hace pensar. Me gusta el enfoque pero tengo sentimientos encontrados. Por un lado, como bien dices, los ídolos nos hacen perder de vista la realidad completa. No vemos los errores que hay detrás y de algún modo expandimos la admiración por sus cualidades a toda la persona. Dicho esto, una de las teorías que barajo últimamente es que los ídolos son la única forma que tenemos de cambiar nuestras vidas. A menudo pensamos que podemos mejorar simplemente con la razón, que si lo entendemos es suficiente para que el cambio se produzca. Sin embargo mi experiencia me dice lo contrario, por muy lógico que parezca un cambio en el plano teórico, no es suficiente para llevarlo a cabo de manera consistente. Aquí es cuando entra el ídolo, alguien que te sirve de referencia para saber cómo poner en práctica aquello que racionalmente sabes que es bueno. Para decirlo de alguna manera, una vez sabemos lo que queremos mejorar, la mejor forma de llevarlo a cabo es por imitación. Y aquí es donde el ídolo juega un papel importante. Me encantaría oír tu opinión. Un saludo!
Me gusta saber que el post te ha hecho pensar, Álex. La idea de aprender por imitación es algo crucial. Más que ídolos yo hablaría de modelos: personas a las que queremos parecernos. Creo que esta idea es compatible con la de no tener ídolos y me explico con un ejemplo.
Pongamos que tu modelo a imitar es Steve Jobs. Convertirlo en tu ídolo sería creer que todo lo que hizo es digno de imitación. Elegirlo conscientemente como modelo para aprender de él, es reflexionar sobre sus experiencias y enseñanzas y quedarte con aquello que te sirva para mejorar.
Ya me dirás que te parece y si quieres que profundice en algo más.
Interesante. Gracias por aclarar la diferencia.
Como siempre Sergio acertada reflexión. Nos puede ayudar, distinguir la persona del personaje. En este sentido es bueno no tener grandes expectativas, porque rara vez convergen. Como bien apuntas, es posible admirar ciertas facetas de ellos, pero inevitablemente nos decepcionarán en otras. "Humanos, demasiado humanos".
Gracias, Juan. Me quedo con la frase que compartes al final: somos humanos, demasiado humanos, y no debemos olvidarnos.
Uf, Newton pegaba a su hermana, vamos rápido a cancelarlo a él y a sus ideas.
¿Te imaginas las consecuencias?
Justo esa actitud es pecar de lo que critico en el post: de algo concreto sacar una conclusión general de una persona, en este caso negativa. No hay que idolatrar pero tampoco demonizar. Las aportaciones científicas de Newton son increíbles independientemente de su parte oscura.
Gracias, Sergio. Llevaba tiempo sin leerte y me hacía falta. Aprecio tu dosis de realidad. Aprecio que seas tan 'humano'😋
Un abrazo!
Gracias, Julia. Cuando vuelvas por Madrid a ver si podemos cuadrar ese café que quedó pendiente.
Te aviso seguro cuando regrese🤗