Vaya por delante que entiendo por completo tu reflexión y la comparto. Pero me atrevo a compartir un lado oscuro que huelo tras ella…
No he podido dejar de imaginar a un fanático prendado del sesgo de confirmación consumiendo contenidos que refrendan esa imagen de quien venera su propia agencia, a ese ideal con cierto aire al nietzscheano superhombre, que quiere sentirse cúspide de la acción rebelde e indómita, resolviéndose a domeñar a los que considera inferiores, a imponer su voluntad por las vías sibilinas que se tercien, a forzar incluso a las mujeres que la niegan y se puedan atrever a desafiar esa capacidad de agencia…
Somos gregarios. Dependemos de otros para sobrevivir. Las normas morales básicas que recortan nuestra agencia son una estrategia egoísta de supervivencia individual y colectiva. Siempre conviene poner contrapuntos a los discursos. Con ánimo constructivo.
Vaya por delante que entiendo por completo tu reflexión y la comparto. Pero me atrevo a compartir un lado oscuro que huelo tras ella…
No he podido dejar de imaginar a un fanático prendado del sesgo de confirmación consumiendo contenidos que refrendan esa imagen de quien venera su propia agencia, a ese ideal con cierto aire al nietzscheano superhombre, que quiere sentirse cúspide de la acción rebelde e indómita, resolviéndose a domeñar a los que considera inferiores, a imponer su voluntad por las vías sibilinas que se tercien, a forzar incluso a las mujeres que la niegan y se puedan atrever a desafiar esa capacidad de agencia…
Somos gregarios. Dependemos de otros para sobrevivir. Las normas morales básicas que recortan nuestra agencia son una estrategia egoísta de supervivencia individual y colectiva. Siempre conviene poner contrapuntos a los discursos. Con ánimo constructivo.
Buen contrapunto, Javi. La agencia sin tener en cuenta a los demás puede terminar en justificación de comportamientos muy destructivos.